La película, dirigida por Albert Pintó, ha tenido como cuarta protagonista –detrás de Luis Zahera, Karra Elejalde y Jesús Carroza– a una Cádiz absorbida por el narcotráfico. Entre la profunda noche, kilos de hachís y viejas heridas se desvelan algunas de las localizaciones donde se ha rodado Tierra de Nadie. Por Nerea Méndez Pérez

En agosto de 2021, el productor Álvaro Ariza y el guionista Fernando Navarro se encontraban recorriendo todos los rincones de Cádiz para imaginar los lugares en los que ubicarían su próxima producción. De aquel viaje de 15 días surgió una anécdota que llevó a Navarro a escribir en el guion: “Cádiz huele a sal”.
El productor aún se ríe recordando al director, Albert Pintó, preguntando: “¿Cómo que huele a sal? ¿Cómo voy a hacer eso en la peli?”. Con la incorporación de Pintó al proyecto, se realizó una segunda visita más técnica a la ciudad, en la que seleccionaron –ya con un guion en la mano– las localizaciones exactas donde iban a rodar.
Una de ellas son las Marismas de San Fernando, el lugar donde arranca la cinta. Mientras van apareciendo los créditos iniciales, el espectador sigue mediante un plano aéreo las Salinas hasta el mar.
En este espacio situaron también el antiguo bar del padre de Juan (Karra Elejalde), donde sucede la escena final del tiroteo. Ariza cuenta que fue una de las secuencias más complicadas de grabar: “Allí se rodó la parte donde Karra y Jesús (Carroza) cruzan las Salinas cargados con las bolsas de droga para esconderse de los mexicanos. Fue muy exigente, hasta el punto de que Karra se lesionó una pierna al atravesar el túnel”.
Para el equipo artístico, esta secuencia fue también todo un desafío. Así lo describe la directora de arte, Sonia Nolla: “La construcción del tubo por el que escapa Karra fue todo un reto, porque se trataba de una localización real y en un terreno que eran unas marismas. Cualquier cosa que intentaras plantar ahí se hundía”.

Para resolver este problema, primero vaciaron el estero y se quedaron con una superficie de barro. Para sujetar el túnel, Nolla explica que diseñaron en su taller una estructura metálica que se sostenía con un conjunto de tres estacas que quedaban por debajo de la superficie.
“El lujo de tener un equipo así de especializado, aunque sea mínimo, es que no hace falta tercerizar el trabajo. Lo hicimos nosotros y, además, es una cuestión que te permite controlar mejor el resultado, tener una programación más flexible y adaptarte a un cambio de guion o del director de última hora”, expresa la directora artística.


Esto es fundamental teniendo en cuenta que no es “una película como Misión Imposible a nivel presupuestario”, como dice ella, pero vas a tener numerosas escenas de acción. Tanto Ariza como Nolla coinciden en que el Puente de la Constitución de 1812 fue otra de las localizaciones que más dolores de cabeza generaron.
En ella se rodó una escena de acción en la que un par de policías de la Guardia Civil detenían durante un control a un sospechoso camión en medio del puente. “Fue una secuencia de mucho riesgo, porque el Puente de Carranza estaba cerrado, solo había un carril habilitado y teníamos que hacer un corte intermitente en la parte donde el camión y el coche de la Guardia Civil chocaban”, enumera Ariza las complicaciones.
Por si fuera poco, el vehículo policial estuvo a punto de cruzarse a la otra calzada del puente cuando impacta contra la mediana –en la cinta se puede ver perfectamente ese momento–, lo que habría provocado el corte de otro carril.

El crepúsculo gaditano
Nolla y el director de fotografía, David Acereto, trabajaron conjuntamente para capturar lo que significa la ciudad andaluza. “La película trata de ser muy realista, pero a nivel de imagen está muy estilizada”, señala la directora artística. Cuenta, además, con una estética muy nocturna. “Aunque es más caro, siempre es más fácil controlar lo que se ve de noche, porque en una escena diurna hay mil colores y mil estímulos”, añade.
De hecho, la primera escena de acción –pasados tan solo unos minutos de metraje– ocurre durante una noche de tormenta. “La parte donde Luis (Zahera) salta a un barco para detener al mexicano y los franceses parece que tiene lugar en altamar, pero se rodó en tierra, en el Puerto Sherry”, relata Ariza sobre esta secuencia. El momento en el que lo incautan, sin embargo, sucede en el Puerto de la Bahía de Cádiz.

Este tipo de escenas suelen ser más incómodas para los departamentos, porque a todos les toca tener equipos repartidos en todas las franjas horarias. “Aquí hubo un par de semanas completamente nocturnas, pero lo habitual es que sean mixtas, porque para nosotros los técnicos suelen ser demoledoras”, manifiesta Nolla.
Por ejemplo, “un lunes empezabas a las ocho, un martes a las diez y el miércoles ya comenzabas a entrar de noche. El viernes, por supuesto, tienes un horario de seis de la tarde a cinco de la mañana”, comenta la directora de arte.
Otra escena nocturna destacable es la persecución final, que se rodó en las carreteras de interior de Jerez de la Frontera para simular que sucedía en un monte. En este municipio ubicaron también el depósito judicial. Sin embargo, no toda la persecución tiene lugar en Jerez, pues, por un tema logístico, el accidente donde vuelca la lancha del remolque lo grabaron en dos días en Madrid.
“Nos costaba mucho más caro traer todos los materiales a Cádiz y, no solamente eso, sino que si surgía algún imprevisto, como que un pistón no funcionara, no nos podíamos permitir perder varios días de rodaje en viajes”, explica el productor.
Un homenaje a Cádiz
Desde las calles de su Casco Antiguo, pasando por los puertos hasta el icónico Puente de la Pepa, el largometraje trata de capturar la esencia de Cádiz. Eso sí, de una manera mucho más oscura (no solo en referencia a las escenas nocturnas).
“Nosotros tocamos la parte más fría y menos glamurosa: la del narcotráfico”, explica Ariza. La ciudad es la misma, pero los ojos que la miran son distintos. De esta manera, el equipo de Tierra de Nadie buscaba desidealizar la figura del narco y todo lo que conlleva una vida así.
“Cádiz tiene buena gente, buenas playas, pueblos maravillosos… Pero hay una parte más oscura. Siempre se intenta mirar hacia otro lado para no verla, porque nunca nos gusta ver lo feo que tenemos en casa”, expresa el productor.
