'Cuando acecha la maldad' (imagen cortesía de Selecta Visión)

Crítica ‘Cuando acecha la maldad’: La resurrección del Mal

febrero 4, 2024
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El premio a la Mejor Película de la Sección Oficial del pasado Festival de Sitges ha contribuido a convertir en un pequeño fenómeno a Cuando acecha la maldad, el primer largometraje de Demián Rugna que se estrena en salas españolas. Por Tonio L. Alarcón

‘Cuando acecha la maldad’ (imagen cortesía de Selecta Visión)

Resulta, desde luego, muy tentador hacer una lectura política de Cuando acecha la maldad (2023) a partir de la reciente llegada a la presidencia de Argentina de una figura tan siniestra como la de Javier Milei.

Los poseídos dibujados aquí por Demián Rugna, tan similares a los infectados de las películas modernas de zombis (de hecho, su comportamiento agresivo se asemeja mucho al de los enfermos de Los Crazies (1973) de Romero y el remake que rodó Breck Eisner en 2010), se diría que funcionan como metáfora perfecta de los votantes argentinos arrastrados por el populismo y la insolidaridad. No es buscado, pero tampoco es casual: aunque resulta imposible que el director previera la victoria de Milei, su guión sí que tenía la intención de ofrecer un retrato, por supuesto pasado por el filtro del cine de género, del auténtico polvorín en el que se ha convertido la sociedad argentina tras los choques políticos entre el peronismo-kirchnerismo y el macrismo-radicalismo.

En todo caso, el Mal como una especie de enfermedad vírica que se transmite con escalofriante facilidad es una idea que lleva estando presente en la filmografía de Rugna desde su primer largometraje, The Last Gateway (2006). Allí se podía reconocer la influencia de la literatura de Clive Barker, pero ya se atisbaba la importancia que el kwaidan eiga moderno (es decir, las películas de fantasmas japonesas) iba a alcanzar para su configuración de lo fantástico, especialmente a partir de Aterrados (2017).

En esta última hay evidentes ecos de la saga Ju-On de Takashi Shimizu, no solamente en la naturaleza virulenta de su maldición, sino también en la configuración de la historia como una serie de bloques casi autónomos, pequeñas viñetas desordenadas en las que el propio Mal actúa como pegamento narrativo. Y aunque, en Cuando acecha la maldad, Rugna construye una historia más lineal, con un protagonismo mucho más marcado (el de los hermanos que interpretan Ezequiel Rodríguez y Demián Salomón), no puede evitar cierta sensación de relato fragmentario, que avanza a base de (intensos) fogonazos.

‘Cuando acecha la maldad’ (imagen cortesía de Selecta Visión)

Uno de los aspectos que más ha llamado la atención del largometraje a su paso por festivales fantásticos es la despiadada brutalidad de sus secuencias violentas, en las que el director equilibra de forma muy inteligente el uso de efectos físicos con retoques CGI para maximizar su efecto: el mejor ejemplo de ello seguramente sea la explícita muerte de Ruiz (Luis Ziembrowski) y su mujer Jimena (Desirée Salgueiro). Nada nuevo, en realidad, dentro de la filmografía de Rugna, que siempre ha demostrado un especial interés por resultar lo más frontal posible en su empleo de la violencia.

Sin embargo, en Cuando acecha la maldad resulta especialmente desagradable porque, un poco como hace Damian Leone en su franquicia Terrifier (pero con mucha menos torpeza narrativa), emplea la naturaleza explícita de esas set pieces para generar a su alrededor un ambiente asfixiante, malsano, que introduce lo fantástico a martillazos dentro del contexto realista del relato, y lo transforma, secuencia a secuencia, en una especie de pesadilla apocalíptica sin escapatoria.

En ese sentido, la película podría funcionar como prolongación de los retratos del infierno en la tierra de Lucio Fulci.

Hasta ahora, el cine de Rugna había sido predominantemente urbano.Y aunque una parte de la acción de Cuando acecha la maldad se sitúa en un pequeño pueblo, la mayoría del relato transcurre en grandes extensiones rurales. Lo cual conecta la película con el terror gótico sureño estadounidense, y su concepción un tanto lovecraftiana de lo maligno como algo surgido de la ignorancia y la endogamia, pero también transmite una mayor sensación de desamparo respecto a unos personajes absolutamente superados por las circunstancias a las que se enfrentan.

‘Cuando acecha la maldad’ (imagen cortesía de Selecta Visión)

Lo cual choca con el esfuerzo por parte del director de construir una mitología cerrada alrededor de los embichados, su zombificada versión de los poseídos, con una lista de reglas a cumplir que apenas tiene importancia argumental porque, con la excepción de Mirta (Silvina Sabater, en un papel equivalente al de Elvira Onetto en Aterrados), todos los protagonistas actúan de forma irracional, en absoluto calculada. Con lo que Rugna nos viene a decir que, incluso sin estar directamente infectado por el Mal, el ser humano tiene una especial facilidad para dejarse arrastrar por su influjo y actuar a la desesperada, sin tener en cuenta las consecuencias de sus acciones.