'El reino del planeta de los simios' (imagen cortesía de 20th Century Studios / Disney)

Crítica ‘El reino del planeta de los simios’: El legado de César

mayo 19, 2024
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Parecía que Matt Reeves había cerrado de forma más o menos definitiva la franquicia con La guerra del planeta de los simios, pero Wes Ball demuestra a través de El reino del planeta de los simios que todavía queda mucho por decir de la creación de Pierre Boulle. Por Tonio L. Alarcón

‘El reino del planeta de los simios’ (imagen cortesía de 20th Century Studios / Disney)

En una de esas paradojas que se producen en el ámbito de la ciencia ficción, la drástica contracción presupuestaria que sufrió la franquicia basada en la obra de Pierre Boulle con Huida del planeta de los simios (1971) no sólo no redujo su interés, sino que incluso lo potenció. Y es que la obligación de trasladar la acción de un futuro distante a los Estados Unidos de la época permitió arrancar una trilogía, completada por La rebelión de los simios (1972) y Batalla por el planeta de los simios (1973), que funcionaba como espléndida metáfora de la rampante discriminación racial de la época y, por extensión, de los combativos movimientos sociales que luchaban contra ese tipo de injusticias.

Allí nació el revolucionario personaje de César, interpretado originalmente por Roddy McDowall. Una figura que, abordada a través de CGI por Andy Serkis, se convirtió en la base de ese reboot que era El origen del planeta de los simios (2011), que, con un ojo puesto en el afán reivindicativo de las películas originales, plantó una semilla que Matt Reeves recogió en ese interesante díptico formado por El amanecer del planeta de los simios (2014) y La guerra del planeta de los simios (2017).

Así, de la misma manera que Rick Jaffa y Amanda Silver hicieron con los largometrajes de Don Taylor y J. Lee Thompson, ambos han animado como productores a que Wes Ball tomara como inspiración su trabajo en la más reciente trilogía para darle una vuelta de tuerca al universo de Boulle con El reino del planeta de los simios (2024).

‘El reino del planeta de los simios’ (imagen cortesía de 20th Century Studios / Disney)

Tras su envoltorio de película de aventuras que mezcla escenarios reales con protagonistas creados de forma digital, el director ha construido, con la ayuda a nivel de guión de Josh Friedman, un relato que utiliza el personaje clave de Mae (Freya Allan) para invertir el lento proceso de disolución de la civilización humana narrado en las películas anteriores. No es baladí que inicialmente, se la bautice como al personaje de Amiah Miller en La guerra del planeta de los simios (que a su vez, era un guiño a la Linda Harrison de El planeta de los simios (1968) y Regreso al planeta de los simios (1970)). Es una maniobra de despiste para reforzar su aparente función como McGuffin narrativo, con una función pasiva respecto a los enfrentamientos entre clanes simios, antes de ser revelada como alguien con iniciativa propia y una agenda personal que tendrá una importancia fundamental en el clímax del relato.

Ball ha reconocido que una de sus principales referencias a la hora de construir el itinerario de aprendizaje vital de su protagonista principal, Noa (voz y motion capture de Owen Teague) había sido Apocalypto (2006). Y lo cierto es que su estructura en forma de western de venganza le debe mucho a la historia allí urdida por Mel Gibson y Farhad Safina, incluyendo el enfrentamiento entre un pueblo conectado con la naturaleza y una civilización más avanzada, pero también mucho más cruel.

La principal diferencia está en que el primitivismo atávico de la obra de Gibson se basaba mucho en su utilización de elementos y escenarios reales, mientras que El reino del planeta de los simios confía una gran parte de ese impacto en la integración de elementos digitales de Weta, lo cual, de forma inevitable, introduce un cierto distanciamiento visceral.

A cambio, eso permite al director profundizar en esa ambientación postapocalíptica heredada de la trilogía anterior, dotando al largometraje de una dimensión fantástica que le permite marcar cierta distancia con el mundo real, sobre todo a nivel de movimiento físico, abriendo camino para el desarrollo de algunas set pieces que juguetean con la posibilidad de romper los límites de lo creíble a partir de la identidad simiesca (o lo que es lo mismo, casi superheroica) de sus personajes principales: cfr. el ataque a la aldea de Noa, y su primer enfrentamiento con Sylva (Eka Darville).

‘El reino del planeta de los simios’ (imagen cortesía de 20th Century Studios / Disney)

Siendo una secuela de una trilogía de éxito, a su vez reboot de una franquicia de éxito, no deja de resultar consecuente que El reino del planeta de los simios profundice en la idea del legado. Empezando, por supuesto, por el de la propia figura de César (de ahí que su entierro aparezca, brevemente, durante el arranque del filme), que da pie a Ball a reflexionar sobre cómo incluso las ideas más revolucionarias y más aglutinadoras pueden llegar a deformarse y a pervertirse hasta dar pie a regímenes totalitarios.

Claro que, la búsqueda de Noa es también un esfuerzo personal para lograr ponerse a la altura de la alargada sombra de su padre Koro (Neil Sandilands). Lo que le lleva a experimentar una transformación de carácter bíblico, en el sentido de que es afín a la que sufrió Noé: es decir, pasar de héroe inconsciente a líder (y libertador) de sus semejantes.