'Poor Things' (© Searchlight Pictures - Disney)

Crítica ‘Poor Things’: El viaje de la autoconsciencia

febrero 11, 2024
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Nominada a once Premios Oscar, la última película de Yorgos Lanthimos parte como segunda favorita de su 96ª edición, justo a un paso de Oppenheimer, que opta a doce estatuillas. ¿Cuál obtendrá mayor reconocimiento el próximo 11 de marzo? Pronto saldremos de dudas. Por Belit Lago

‘Poor Things’ (© Searchlight Pictures – Disney)

En la filmografía del cineasta griego no hay lugar para la derrota: desde su primer título de alcance comercial amplio, Canino (2009), que se llevó el premio Un Certain Regard en Cannes, ha ido recogiendo sólidos galardones con todos sus trabajos. Mejor guion en Venecia por Alps (2011), Premio del Jurado en Cannes por Langosta (2015), Premio de la Crítica en Sitges por El sacrificio de un ciervo sagrado (2017) y siete premios BAFTA con La favorita (2018), entre muchos otros.

Poor Things aterriza en los Premios de la Academia con una óptima cosecha bajo el brazo: el León de Oro en la última edición del Festival de Venecia y dos Globos de Oro, sin contar los múltiples reconocimientos por parte de la crítica internacional.

El guionista Tony McNamara adapta la novela homónima de Alasdair Gray, que toma el mito de Frankenstein como punto de partida. El doctor Godwin, interpretado por un pintoresco Willem Dafoe, experimenta con el cuerpo de una suicida, cuyo salto al vacío abre la película a todo color. Inmediatamente después pasamos al blanco y negro para conocer a la criatura: una indómita Bella Baxter con tremendas ganas de descubrir mundo, pero que vive subyugada a la sobreprotección y el análisis minucioso de su creador.

Su temeridad e inconsciencia la llevan a comportarse como una niña sin límites: hace lo que quiere, siempre y cuando se mantenga dentro de los muros de la casa, una especie de cárcel donde cada uno de sus pasos son observados al milímetro. Para su estudio, el doctor cuenta con la ayuda de McCandless (Rami Youssef), un estudiante de medicina que siente fascinación por la joven, con quien acaba prometiéndose. Es entonces cuando entra en juego Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo), abogado que asistirá al cirujano con el contrato matrimonial, y que acabará significando la vía de escape de la protagonista.

‘Poor Things’ (© Searchlight Pictures – Disney)

El viaje de Bella, a partir de ahora en color, la lleva a Lisboa, donde será seducida por los famosos pasteles de Belém. Cuando Duncan se percata de que no puede detener el deseo aventurero de su acompañante, vuelve a encerrarla, esta vez en un barco de camino a Alejandría, donde la joven conocerá el horror de la pobreza, mostrándonos su lado más emocional. En París descubre asombrada el negocio del sexo, que le permite deshacerse del dominio de Duncan, quien lejos de ayudarla a ser ella misma, intenta, sin éxito, perpetuar el comportamiento de sus antecesores. Cuando Bella se entera de la enfermedad terminal de su creador, volverá a Londres en busca de respuestas: ¿Por qué Godwin trajo de vuelta a una muchacha que decidió ponerle fin a su existencia?

Lanthimos se esfuerza en mostrar varios tipos de masculinidad con el fin de construir un discurso antipatriarcal. Todos los hombres que pasan por la vida de Bella no hacen más que frenar sus instintos: intentan domarla para demostrar su poder sobre ella. Desde Godwin, que cuenta con la potestad de ser el artífice de la obra, hasta Duncan, cuyo personaje arranca un sinfín de carcajadas por su representación del tipo vacilón y pedante que acaba sucumbiendo a los encantos de la muchacha, rebasando los límites del despecho para acabar traicionándola.

Frente a esta amalgama de testosterona ridiculizada, Bella se presenta como la mujer que se construye a sí misma. Consigue salir de la opresión doméstica para habitar el mundo a su manera, obviando las normas sociales y el alegato adoctrinador de quienes la acompañan. Este personaje, atrevido y ajeno a cualquier tipo de moral, puede despertar ciertas contradicciones en el espectador. Parece inconcebible aceptar un mensaje positivista sobre la prostitución, sobre todo viniendo de un cineasta hombre. Que aplaudamos su empoderamiento con vehemencia o incluso que veneremos su actitud salvaje parece que nos deja, en especial a las mujeres, en muy mal lugar. Sin embargo, el mundo del arte debería ser inmune a la proyección de nuestros ideales: señalar lo correcto y lo incorrecto en base a una ética particular desvirtúa el mismo objeto artístico.

‘Poor Things’ (© Searchlight Pictures – Disney)

Celebro con entusiasmo la existencia de un personaje femenino que representa la inquietud más visceral; que desde la ficción nos muestra el camino de la autoconsciencia desde su vertiente más pura; y que, además, cuenta con una interpretación sublime por parte de Emma Stone.

Las virtudes cinematográficas de Pobres criaturas son incalculables y, si bien es cierto que su barroquismo puede dejar al entusiasta de lo sencillo noqueado, la excelencia de su producción artística es incuestionable. La apabullante puesta en escena, el uso intercambiable de las distintas ópticas, la construcción de una fotografía hipnótica y un diseño de vestuario pomposo pero efectivo consiguen una fusión impecable entre una forma desbordante y la profundidad de un discurso que a menudo escasea en cantidad de propuestas audiovisuales de los últimos años.