'Sangre en los labios' (Avalon)

Crítica ‘Sangre en los labios’: Un empoderamiento lésbico

abril 18, 2024
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Tras su celebrado debut Saint Maud (2019), Rose Glass vuelve a ofrecernos una propuesta centrada en dos personajes femeninos arrolladores. La producción de A24 Sangre en los labios aterriza en salas españolas de la mano de Avalon y Filmin después de estrenarse internacionalmente en la Berlinale. Por Belit Lago

‘Sangre en los labios’ (Avalon y Filmin)

La prolífica actriz Kristen Stewart se dio a conocer gracias a su papel como hija diabética de Jodie Foster en La habitación del pánico (David Fincher, 2002), una home invasion claustrofóbica con altas dosis de tensión. Seis años después, su incursión en la saga Crepúsculo y el romance con su compañero de reparto Robert Pattinson la ubicaron en el centro de todas las miradas, convirtiéndose en la actriz más rentable de Hollywood en 2012 según la revista Forbes.

La masiva horda de fans de la colección de novelas de Stephenie Meyer impulsó una carrera que la ha llevado a trabajar con autores de la talla de Cronenberg, Reichardt o Larraín, y a interpretar a personajes tan significativos como Diana de Gales, Jean Seberg o Joan Jett.

Esta no es su primera película queer: la actriz, que también ha hecho sus pinitos en la dirección de cortometrajes y videoclips, protagonizó junto a Chloë Sevigny El asesinato de los Borden (Craig William Macneill, 2018), pidió explícitamente que su personaje en Los Ángeles de Charlie (Elizabeth Banks, 2019) fuera lesbiana y aparecía en la última película de Clea Duvall La estación de la felicidad (2020).

‘Sangre en los labios’ (Avalon y Filmin)

Aunque nunca ha hecho alarde de su vida privada, tampoco se ha esforzado en ocultar sus relaciones bisexuales. En 2017 salía del armario públicamente como mujer homosexual, alzándose de inmediato como icono para la comunidad LGTBIQ+, colectivo que ha convertido el estreno de Sangre en los labios en el evento cinematográfico más esperado del año.

En la nueva película de Rose Glass, la América profunda (nos situamos en el Nuevo México de los años 90), queda representada por un grupo de rednecks cuya obsesión por las armas y el culto al cuerpo sirve para introducir el ambiente en el que vive Lou, gerente de un gimnasio abarrotado de testosterona al que pronto llegará Jackie, una trotamundos que se dirige a Las Vegas para participar en una competición de culturismo.

El primer cruce de miradas entre ambas recuerda al encuentro entre Corky y Violet en Lazos Ardientes (1996), una de las primeras representaciones de amor lésbico que escapaba con éxito de la male gaze. Como en el debut de las hermanas Wachowski, las protagonistas se aprovechan de la torpeza masculina escondida tras los aires de grandeza otorgados por el poder para jugar sus cartas en beneficio propio.

El body building de Jackie irá en paralelo a la construcción de la relación que se teje entre ellas. Todo crece a una velocidad imparable: el magnetismo que las acerca de manera irremediable y el cuerpo de la aspirante a ganar el anhelado certamen. A la par que los anabolizantes que Lou le proporciona para conseguir volumen y energía, el vínculo entre ambas se ve fortalecido por las terribles circunstancias a las que deberán hacer frente. Como ocurría en Lazos Ardientes, acabarán poniendo su vida en las manos de la otra sin apenas conocerse, confiando en la pureza de un amor que acaba de nacer en medio de un contexto terrorífico.

El halo fantástico que brota al final de la cinta la sitúa fuera del plano realista. Para los fans de Glass, este uso de lo inverosímil para acentuar ciertos rasgos de los personajes, representado en Saint Maud con la conversión en santa de la protagonista tras prenderse fuego, se torna en una especie de estilema propio de la autora británica.

‘Sangre en los labios’ (Avalon y Filmin)

Habrá quien tache Sangre en los labios de imperfecta, incongruente o exagerada, pero nadie puede negar que nos encontramos ante uno de los mejores papeles de Kristen Stewart, en una película desenfrenada, con sexo y violencia sin tapujos, y que hará disfrutar a aquel público liberado de prejuicios y abierto de mente.

En esencia, dentro del despampanante envoltorio de adrenalina imparable, sobresale una historia romántica que propone una representación del amor lésbico desde una óptica feminista.

En un momento social en el que el patriarcado está en discusión constante, donde ciertos discursos extremistas ganan fuerza y a momentos parece que viajemos atrás en el tiempo, la producción de ficciones que visibilizan respetuosamente relaciones que escapan de lo normativo y convierten a las mujeres en heroínas de sus propias historias se convierte en un hito urgente.