Primer año cubriendo el Zinemaldia y empezamos el viernes con la incerteza de saber si tendré plaza en el avión: al parecer es legal que las compañías aéreas vendan más billetes que asientos tienen disponibles. Después del sobresalto conseguimos llegar al aeropuerto de Donosti y, tras perderme varias veces hasta llegar a mi destino (el mostrador de recogida de acreditaciones del Kursaal), por fin puedo pasear tranquila por las kaleak de esta bella ciudad vestida de rojo para dar la bienvenida a todas las invitadas e invitados de esta 72a edición del Festival de San Sebastián. Por Belit Lago
Hoy el tema está claro: mujeres fuertes al frente de historias, digamos, complicadas. Nos estrenamos con Emilia Pérez, que después de recoger premio en Cannes a mejor elenco femenino se ha convertido en una de las perlak del año.
Jacques Audiard escribe y dirige este épico musical melodramático protagonizado por Zoe Saldaña, Karla Sofía Gascón y Selena Gómez, un magnético triángulo que nos deja sin aliento durante los 130 minutos que dura su metraje.
El capo de un poderoso cartel mexicano contrata a una infravalorada abogada para que lo ayude a convertirse en otra persona. El cambio de identidad (y de género) de Emilia, que recuerda a una Nina Hoss irreconocible para su marido en Phoenix (Christian Petzold, 2014), requiere de una autodestrucción que trasciende a la persona y afecta irremediablemente a todos los aspectos de su vida, dando lugar a un renacimiento post mortem que se erige, también, como la clásica historia de redención.
Audiard da un giro de 360º en su filmografía y firma una propuesta de ritmo trepidante, conformada por múltiples números musicales, entre los que destacan aquellos conducidos por Saldaña, cuya electricidad corporal nos invita a perseguir con la mirada cada uno de sus movimientos.
Justo una semana antes de su estreno en salas, Soy Nevenka compite en la Sección Oficial, donde su directora ha sido premiada hasta en cuatro ocasiones. Acostumbrada a dar voz y visibilizar a esa mitad de la población tantas veces olvidada en la gran pantalla, Icíar Bollaín vuelve a presentarnos a una protagonista femenina, tras trabajos como Maixabel (2021) o La boda de Rosa (2020).
Para esta ficción, que se basa en el testimonio real de acoso que sufrió la exconcejala del Ayuntamiento de Ponferrada durante los años 1999 y 2000, la cineasta cuenta con la ayuda de Isa Campo al guion. Juntas escriben un film impactante donde la fortaleza de la historia resurge tras el documental que sacó Netflix en 2021, donde también participó el escritor y periodista Juan José Millás, autor de Hay algo que no es como me dicen (Aguilar, 2004), obra de no ficción en la que se basa la película.
Nevenka fue la primera mujer en conseguir que un político español fuera condenado por acoso sexual, convirtiéndose en precursora del movimiento #MeToo mucho antes de su eclosión virtual en 2017.
Aun tratándose de un trabajo bastante normativo, su garra recae en los hechos que retrata. La evolución de la protagonista es devastadora, tanto a nivel físico como emocional. Mireia Oriol, que interpreta a la joven, aprovecha este salto al cine más comercial (después de rodar varias óperas prima), para demostrar sus capacidades interpretativas, personificando una degradación personal que llega a todos los públicos, seamos o no conocedores del suceso.
Un relato que vigoriza la voluntad de la misma Nevenka, quien siempre ha sostenido que contó lo ocurrido para poder sobrevivir.
Después de su debut como directora, un poderoso rape and revenge que se llevó dos premios en la 50a edición del Festival de Sitges, Coralie Fargeat se planta en el SSIFF con The Substance, una propuesta atrevida y no apta para todos los estómagos. Y es que la cineasta elabora un cuento distópico alrededor del culto a la belleza y la juventud que rápido se convierte en una exquisita joya del género con altas dosis del body horror más cronenberiano.
Es evidente que el director de la todavía inédita en España The Shrouds (2024), ha influido las carreras tanto de Fargeat como de su compatriota Ducournau, dos de las realizadoras más emblemáticas del terror galo contemporáneo.
Demi Moore es Elizabeth Sparkle, una vieja gloria de la televisión relegada a un programa de fitness para divorciadas. El miedo a ser pronto sustituida azota su autoestima, arrojándola a concebir un novedoso método como la solución a todos sus problemas. ‘La sustancia’ le permitirá crear una especie de doppelgänger rejuvenecido y bello (Margaret Qualley), a través de quien podrá disfrutar de las interminables ventajas que ofrece tener veinte años y, por supuesto, conservar su trabajo.
Partiendo de la misma base que Ana Lily Amirpour en su capítulo ‘La apariencia’ de la serie El gabinete de curiosidades (Guillermo del Toro, 2022), Fargeat elabora una crítica mordaz a la imposición estética que sufrimos las mujeres, obligadas a cumplir con unos estándares cada vez más imposibles que, como en el film que nos ocupa, alimentan una autopercepción atrofiada que nos conduce a cometer aberraciones contra nosotras mismas.
La directora despliega sus conocimientos cinematográficos para sorprendernos una y otra vez en una segunda mitad arrolladora. Cuando pensabas que no podía dar más de sí, la película da un vuelco y te devuelve otra bofetada de exceso, sangre y violencia, como ya ocurría en su ópera prima Revenge (2017). Todo esto nos hace pensar que su próximo paso por el Festival de Sitges se convertirá en una auténtica fiesta.
