'No hables con extraños' (Universal Pictures)

Crítica ‘No hables con extraños’: Un fin de semana en el campo

septiembre 16, 2024
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Blumhouse se ha dado prisa en llevar adelante un remake de Speak No Evil, si bien, por suerte, para ello ha contado con un director con un discurso propio como James Watkins, que ha convertido No hables con extraños en una extensión de su Eden Lake. Por Tonio L. Alarcón

‘No hables con extraños’ (Universal Pictures)

En su segundo largometraje, A Horrible Woman (2017), el actor y director Christian Tafdrup pasó a colaborar en la escritura de sus guiones con su hermano Mads, alejándose así del tono de comedia surrealista y un tanto abstracta de su ópera prima, Parents (2016). Aunque lo más importante es que esa asociación le facilitó construir un relato mucho más personal, al utilizar sus propias experiencias amorosas como base para lanzar el retrato de una generación de daneses marcados por una masculinidad frágil, dubitativa, alimentada por la cultura pasiva y en exceso educada de su propio país.

Al final de A Horrible Woman, su protagonista, Rasmus (Anders Juul), volvía a reunirse con su tóxica ex novia, Marie (Amanda Collin), y ambos estaban a punto de convertirse en padres. Ese futuro núcleo familiar podría haberse transformado perfectamente en Bjørn (Morten Burian), Louise (Sidsel Siem Koch) y Agnes (Liva Forsberg), los protagonistas de Speak No Evil (2022), pues, aunque las dinámicas de pareja no resultaran tan extremas, los Tafdrup volvían a hacer en ella un retrato descorazonador del carácter dócil y conformista de su propia sociedad.

Había, de hecho, un cierto retorno a la abstracción argumental tan afín el director, al desnudar el relato hasta convertirlo en una especie de descenso a los infiernos para sus personajes principales que emparentaba el filme, en su progresiva destrucción de un núcleo burgués, con Teorema (1968) de Pier Paolo Pasolini.

‘No hables con extraños’ (Universal Pictures)

Se entiende, en ese sentido, que el autor de una obra de género con un núcleo tan sociopolítico como Eden Lake (2008) se sintiera tentado por la oferta de Jason Blum de llevar a cabo un remake, sobre todo cuando le dieron vía libre para ambientarlo en la campiña británica, y no en lo más profundo de Estados Unidos.

De ahí que James Watkins no conecte su versión tanto con Pasolini como con el Sam Peckinpah de Perros de paja (1971), pues No hables con extraños (2024) tiene más que ver con un tropo del survival como la reconexión del burgués, del urbanita, con su lado más primitivo para sobrevivir. Después de todo, el choque que plantea el británico en su relectura de Speak No Evil no es simplemente cultural, sino social: al fin y al cabo, sus protagonistas estadounidenses, Louise (Mackenzie Davis) y Ben (Scoot McNairy) representan el privilegio de clase, mientras los antagonistas británicos, Paddy (James McAvoy) y Ciara (Aisling Franciosi), encarnan al proletariado.

Tafdrup buscaba incomodar al espectador con una narración de carácter nihilista, irremediable, pero Watkins propone una variación, en apariencia, más cómoda, porque responde a lo que el público suele esperar de los survival. Pero que, en realidad, a través de unos tropos conocidos, cuestiona nuestro posicionamiento como espectadores, ya que nos obliga a empatizar con una pareja de pijos un tanto desagradables, y al mismo tiempo sentir (un relativo) desprecio por dos personas de extracción humilde que, en el fondo, no buscan más que sobrevivir en una sociedad ultracompetitiva. Una contradicción de fondo a la que ayuda el malévolo casting del filme, que enfrenta a un carismático McAvoy con dos intérpretes, en general, con tan poco brillo como Davis y McNairy.

Precisamente ese aire algo abstracto de Speak No Evil, de personajes apenas esbozados (completados a través de sutiles detalles de interpretación) y largos momentos de pausa dramática, daba pie a que un posible remake desarrollara el universo creado por los Tafdrup. Y hay que decir que Watkins lo aprovecha densificando un poco más su propuesta, creando tensiones adicionales entre sus protagonistas e incluso apuntando detalles inexistentes en el original (pero también desarrollando explicaciones que ya estaban presentes, de forma indirecta, en el original, convirtiendo el filme en una versión micro de Las colinas tienen ojos (2006) versión Alexandre Aja) que ofrecen una lectura incluso más perturbadora de los acontecimientos narrados.

‘No hables con extraños’ (Universal Pictures)

De la misma manera, No hables con extraños se lleva el discurso de la masculinidad frágil a un terreno más próximo, enfatizando la naturaleza de Patrick (Fedja van Huêt), aquí Paddy/McAvoy, de gurú testosterónico al inspirar su discurso en la figura de Andrew Tate (el equivalente británico a nuestro Amadeo Llados). De ahí el divertido uso que Watkins hace de Eternal Flame, de Bangles, en el que pone sobre la mesa hasta qué punto esa admiración hacia un tipo de heterosexualidad primitiva puede ocultar una atracción de carácter homosexual.

Claro está, el cambio más acusado de este remake está, sin duda, en el último tercio del largometraje, que es donde Watkins reconecta más con su ópera prima como director, Eden Lake, a través de su principal influencia, Perros de paja. No en vano, como en el filme de Peckinpah, sus protagonistas también se enfrentan al acoso de sus antagonistas por defender a un impedido, si bien aquí se produce una interesante inversión dramática: en lugar de refugiarse en su propia casa, han de hacerlo en la de sus enemigos, con la desorientación adicional que ello provoca.