'Segundo premio' (Bteam Pictures)

Crítica ‘Segundo premio’: La verdad es siempre mentira

mayo 27, 2024
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Isaki Lacuesta cuenta con Pol Rodríguez para codirigir Segundo premio, un proyecto sobre la leyenda de Los Planetas que se alzó con la Biznaga de Oro a mejor película y el reconocimiento a mejor dirección y montaje en la última edición del Festival de Málaga. Por Belit Lago

‘Segundo premio’ (Bteam Pictures)

En el plano de apertura observamos la respiración de la tierra: un vaivén relajado que sirve de testimonio del fervor granadino. De esta ciudad con nombre de bomba solo se puede salir por el aire, como diría Lorca y recuerdan los protagonistas de esta exquisita propuesta que decide imbricar el plano realista con el fantástico para ganar libertad y, a su vez, aludir al gusto por la ciencia ficción de la banda en la que se inspira.

Granada siempre ha sido una ciudad con cierta ebullición artística: a finales del siglo XX, momento en que se ubica este filme disfrazado de biopic, aparecen grupos como Lagartija Nick o Niños Mutantes. La población es retratada con nostalgia y sin filtros: vemos procesiones religiosas, locales oscuros como el Planta Baja, la universidad donde May encuentra una vía de escape tras dejar el grupo o la emblemática tienda de discos Bora-Bora.

Hay un recorrido peculiar por los espacios, que sirven para describir el ánimo de los personajes. La arquitectura brutalista de la facultad simboliza el muro que la ex bajista ha construido para sobrellevar el proceso de duelo; el ensimismamiento del batería y el guitarra frente al desfile de Semana Santa parece advertir la influencia de estas tradiciones en su música; mientras los bajos fondos donde se amontona la gente para ver los directos, propician la atmósfera vampírica que subyace a lo largo del metraje.

‘Segundo premio’ (Bteam Pictures)

El halo fantasmagórico queda subrayado por el contraste entre unas luces rojo sangre y otras azul neón, aludiendo al ansia del músico por alimentarse de sus seguidores, bien para crecer en el escenario, bien para valerse de sus vivencias a la hora de crear. De hecho, es justo en la producción de Una semana en el motor de un autobús, el tercer álbum de Los Planetas, donde se enmarca la historia. Tras un segundo disco fallido, el líder se impone ante la discográfica y lucha por conseguir lo que quiere: llevar a la banda a un estudio en Nueva York.

Nos encontramos ante una cinta acelerada, con un enérgico montaje que apenas dedica segundos al descanso. Así son descritos también los personajes, como jóvenes de los noventa que buscan inquietos su lugar en el mundo. El punto de vista se divide entre los cuatro protagonistas: May, la bajista que inicia una nueva vida; el líder, empeñado en sacar al grupo adelante cueste lo que cueste; el guitarrista, a quien acompañamos en un oscuro descenso al infierno de las adicciones; y el batería, la pieza tardía que acaba encajando a la perfección.

Entre tanta adrenalina aparecen intercalados varios planos de May junto al dúo original: los observamos tirados al sol mientras oímos los versos de “Love is the worst” de Alondra Bentley. El amor es lo peor porque cuesta esfuerzo, alguna que otra decepción y confianza ciega, y es en estos momentos compartidos donde vislumbramos la pureza de este triángulo imperfecto pero inquebrantable.

En este sentido, Segundo premio también es un emocionante retrato sobre la amistad. El vínculo entre los personajes interpretados por Daniel Ibáñez y Cristalino, los alter ego de Jota y Florent, describe una relación casi extraterrenal: ante los límites de la comunicación verbal, tejen un lazo sentimental que se sostiene en la música que crean conjuntamente. Al igual que May y el cantante, que comparten una escena mágica en la que consiguen hablar sin mover la boca, únicamente cruzando sus miradas.

‘Segundo premio’ (Bteam Pictures)

Las secuencias musicales, que ocupan gran parte del metraje, quedan perfectamente integradas en la trama. En los subtítulos podemos leer las letras de las canciones, que enriquecen el significado de lo que vemos en pantalla, aportando una capa más en la narración, trasladando a palabras aquello que sienten los personajes.

La naturaleza híbrida entre verdad e imaginación hilvana las perspectivas presentadas en la película: cada uno explica su verdad tal y como la recuerda. Todos hacen en algún momento el apunte de “esto no fue así”, aludiendo al hecho de que los momentos guardados en la memoria son fruto de nuestra imaginación.

Si conectamos esta relatividad de la verdad con el toque fantástico que los directores han utilizado para exteriorizar el mundo interno de los personajes, nos encontramos frente a una ficción lejana del documental, tanto en forma como en contenido, pero que irradia autenticidad en todo momento. Segundo premio se erige como el retrato de una generación que interpela tanto al fanático de Los Planetas como a quien nunca ha escuchado ninguno de sus temas.