Crítica ‘Anatomía de una caída’: El fantasma de los que fuimos

enero 13, 2024
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A través de la estructura narrativa de un thriller judicial, Justine Triet no solamente profundiza en la crisis matrimonial de sus protagonistas, sino que también cuestiona nuestra aprehensión de la realidad que nos rodea. Por Tonio L. Alarcón

Anatomía de una caída, imagen cortesía de Elastica Films

En el anterior trabajo de Triet, la no muy apreciada El reflejo de Sybil (2019), su protagonista (Virginie Efira) pretendía retomar su carrera como escritora, abandonada para dedicarse a la psicología, utilizando como fuente de inspiración elementos reales obtenidos de su entorno próximo. De forma similar, Sandra Voyter (Sandra Hüller), en el conato de entrevista con el que se abre Anatomía de una caída (2023), habla brevemente sobre hasta qué punto el uso de su propia vida como base de sus ficciones es una de las claves de su éxito literario.

Desde esa perspectiva, ¿deberíamos entender a Sandra como una especie de versión madura de Sybil? No en el sentido de que una película sea una secuela o una extensión de la otra. Pero sí respecto al interés particular de Triet por explorar una serie de temas y situaciones recurrentes (en especial, todo lo concerniente a la construcción de realidades a través de la ficción), así como una cierta tendencia a utilizar unos determinados tropos de género por los que siente una especial afinidad, debido a que le abren la posibilidad de hablar en segundo plano de las crisis existenciales y emocionales de sus burgueses protagonistas.

Imagen cortesía de Elástica Films

En su momento, se dijo que el proceso de identificación y/o proyección que se producía en El reflejo de Sybil entre el personaje de Efira y Margot (Adèle Exarchopoulos) tenía algo de hitchcockiano, cuando se aproximaba más a las exploraciones íntimas de Bergman. Se ha vuelto a mencionar al director británico respecto a la trama de thriller judicial de Anatomía de una caída (un género al que, por otra parte, la directora ya se había acercado en clave de comedia en Los casos de Victoria (2016)), quizás aludiendo a su tema recurrente del falso culpable. Pero, más que a la precisión geométrica del cine de Hitchcock, el trabajo de Triet se aproxima a lo que Billy Wilder experimentó con Testigo de cargo (1957): aprovechar la envoltura de género (allí, una novela de Agatha Christie) para incidir en cómo, pese a su apariencia de normalidad, las relaciones entre sus personajes están marcadas por la mentira y la toxicidad.

Precisamente, el hecho de que tanto Sandra como su marido, Samuel Maleski (Samuel Theis), se dediquen a la literatura marca uno de los temas fundamentales alrededor de los que gira Anatomía de una caída: la ficcionalización de la realidad. Una de las claves interpretativas está en esa pequeña secuencia, en apariencia anecdótica, en que, durante una tertulia televisiva, se apunta a que el juicio al personaje de Hüller parece salido de una de sus novelas. Y es que Triet y su coguionista, Arthur Harari, aprovechan las hechuras del subgénero judicial para profundizar en cómo el ser humano tiende a (re)interpretar lo que le rodea en clave ficcional para intentar aprehender la complejidad de la existencia humana; pero también cómo nos hemos acostumbrado públicamente, en especial desde el advenimiento de las redes sociales, a crear una imagen mediante la cual proyectamos lo que nos interesa que el mundo piense respecto a nosotros. Por eso, incluso más que a Wilder, a Triet no le interesa tanto la resolución del juicio como lo que todo el proceso revela, tanto de los intervinientes como respecto a cada miembro de la comitiva judicial.

Imagen cortesía de Elástica Films

Triet vuelve, en realidad, a aproximarse al terreno de Bergman describiendo una crisis de pareja en off visual, a través de recuerdos, descripciones, grabaciones y vagas pruebas circunstanciales, hasta el punto de que la presencia de Samuel acaba siendo puramente fantasmática: en ningún momento vemos a su versión real, completa, sino siempre a través del filtro de los demás, de la impresión que les ha quedado respecto a él. Cuando se mueve en esa dimensión, fuera de la mera verbalización de conflictos a la que tiende el subgénero judicial, Anatomía de una caída alza realmente el vuelo. En especial, a través de los numerosos recursos expresivos que la directora utiliza para crear un contraste entre la realidad, digamos, convencional, en que la fotografía de Simon Beaufils es más naturalista y más plácida, y aquellos momentos en que está visualizando la reinterpretación de la realidad que ha hecho cada personaje, en los cuales la cámara está más libre y hay un jugueteo mucho más interesante con el montaje.

En El reflejo de Sybil, el nombre de su protagonista ironizaba sobre el mito de las Sibilas, las profetisas de las mitologías griega y romana, y cómo marcaban el comportamiento de los grandes héroes. Aquí, en cambio, parece estar hablándonos de toda una sociedad encerrada en el mito de la caverna de Platón: la metáfora de la distancia emocional del matrimonio Sandra-Samuel que marca su aislamiento en una casa perdida en la montaña (no demasiado sutil, como la ceguera del pequeño Daniel (Milo Machado Graner)) puede aplicarse prácticamente a todas las relaciones que se nos muestran en Anatomía de una caída, marcadas por una visión única, simplificada, de lo laberíntico de la esencia humana.

Ficha ‘Anatomía de una caída’ (2023)

Título original: Anatomie d’une chute

Dirección: Justine Triet

Guion: Arthur Harari y Justine Triet

Fotografía: Simon Beaufils

Montaje: Laurent Sénéchal

Dirección artística: Emmanuelle Duplay

Reparto principal: Sandra Hüller, Swann Arlaud, Milo Machado Graner, Antoine Reinartz, Samuel Theis

Productoras: Les Films Pelléas y Les Films de Pierre (Francia)

Distribuidora en España: Elástica Films y Filmin

Fecha de estreno en España: 6 de diciembre de 2023