Crítica ‘Del revés 2’: Mínimo riesgo, máximo beneficio

junio 21, 2024
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La continuación de Del revés (Inside Out), tan cumplidora como continuista, puede sentar un precedente peligroso en el futuro de una Pixar necesitada de éxitos de taquilla. Por Juan Galarza

‘Del revés 2’ (Pixar / Disney)

Aunque cueste creerlo, han pasado ya nueve años desde el estreno de Del revés (2015). La película de Ronnie del Carmen y Pete Docter, uno de los pesos pesados de Pixar tras su labor en Monstruos S.A. (2001) y Up (2009), y ahora jefe creativo del estudio, supuso el enésimo triunfo crítico y financiero de la compañía californiana. También, a la postre, uno de sus últimos éxitos plenamente originales hasta la fecha.

Los años que separan a Del revés de su continuación han estado marcados en Pixar por el excelente rendimiento en taquilla de las secuelas de sus clásicos, como Los increíbles 2 (2018) o Toy Story 4 (2019) y por las dificultades para repetir los números de antaño con sus nuevas propuestas.

Los motivos de esta situación, tan numerosos como complejos, bien merecerían un minucioso análisis que teorizase, por ejemplo, sobre el sonado fracaso de Ligthyear (2022), la milagrosa recuperación en la taquilla de Elemental (2023) tras una apertura horrible o los motivos de condenar tres de sus proyectos más intimistas (y, dicho sea de paso, más inspirados) como Soul (2021), Luca (2021) o Red (2022) a Disney +. La realidad es que, consideraciones críticas aparte, desde hace un tiempo a Pixar parece salirle más rentable jugar sobre seguro que arriesgar. Del revés 2 (2024) de Kelsey Mann así lo confirma.

‘Del revés 2’ (Pixar / Disney)

Aunque era razonable considerar que una película como Del revés, más cercana al Pixar cotidiano que al de las grandes aventuras, no requería de una secuela,su razón de ser estaba sintetizada en aquel gag final en el que las cinco emociones se preguntaban sobre la función de un botón rojo recién instalado en la mesa de control con la palabra “PUBERTAD”.

En efecto, si la primera entrega retrataba cómo las cinco emociones de la mente de una niña de 11 años hacían frente a los cambios motivados por una traumática mudanza, las inevitables secuelas podían encontrar un pretexto en los sucesivos desafíos intrínsecos a cada estadio del ser humano. En el caso de Riley y de su entorno, la inmediata pubertad y las complejidades de esta, algo que ya anticipaba someramente el cortometraje ¿La primera cita de Riley? (2015).

Tantas eran las posibilidades argumentales de Del revés 2, que no puede resultar sino decepcionante la manera en la que la película encorseta sus dos líneas narrativas. Por un lado, Riley empieza a sufrir las primeras consecuencias de la pubertad cuando está a las puertas de comenzar el instituto. Los cambios físicos se ven acompañados de alteraciones psicológicas, que hacen que la joven responda con mucha más sensibilidad a los comandos de sus emociones. Todo ese marco, que podría permitir una divertida exploración de distintos contextos cotidianos, es explotado en un único espacio: un campamento de hockey sobre hielo al que es invitada junto a sus dos mejores amigas.

Dicho ambiente no es al final más que un escenario para una concatenación de dilemas morales, que fluyen con menos armonía y naturalidad que la trama humana de Del revés y que evidencian, más que nunca, que Riley tiene más de marioneta que de personaje entrañable. En ese sentido, la película sale perdiendo con una de las obras recientes de Pixar; Red, mucho más espontánea en su retrato de la adolescencia y con una expresividad estética más pertinente que el pretendido realismo de Del revés 2.

Funciona algo mejor el otro eje argumental de la película, el que sucede en la mente de Riley. Llegan a los mandos de control cuatro nuevas emociones: Envidia, Vergüenza, Ennui (Aburrimiento) y Ansiedad, con un diseño de personajes bastante divertido (especialmente en el caso de Ansiedad, casi como un cruce entre un Muppet y un personaje de Cartoon Network de principios de siglo) y dispuestos a colisionar con las cinco emociones ya conocidas.

‘Del revés 2’ (Pixar / Disney)

La propia relación de aspecto de la película, un 2.39:1 considerablemente más ancho que el 1.78:1 de la original, parece invitar a la confluencia de personajes en pantalla. Por ello, es una lástima que la película no tarde en emular la jugada de su antecesora: si en la primera entrega Alegría y Tristeza eran expulsadas del cuartel por accidente, ahora son todos los sentimientos originales los que son desterrados por los nuevos personajes. De nuevo, como en Del revés, mientras unos intentan encontrar la forma de volver, otros tratan de dirigir con éxito a Riley. Hay pasajes simpáticos, como el encuentro en la Cueva de los Secretos, absurda y divertida convergencia de estilos de animación, pero no pasan de ser gags sueltos. Algo similar ocurre con las nuevas emociones, que, a excepción de Ansiedad, apenas trascienden el recurso cómico. En el caso de Envidia, ni eso.

Si de algo peca Del revés 2, en cualquier caso, no es tanto de ser una mala película como de ser una secuela excesivamente conservadora. Como su predecesora, es bastante ocurrente en su conceptualización de las emociones pero, perdido el efecto sorpresa, queda la sensación de contemplar una mera réplica, menos auténtica, más planificada y con cierto regusto a autoayuda.

En cualquier caso, y volviendo al inicio, si consideramos el estupendo rendimiento que está teniendo la película en taquilla, parece que Pixar (o Disney) ha reconectado por fin con el público que había perdido. La sombra de la irrelevancia que parecía sobrevolar el estudio en los últimos años se ha disipado, pero es tan triste como sintomático del estado de las cosas que lo haya hecho gracias a una secuela que es mera iteración, y no con ninguna de las seis obras que separan a Toy Story 4 de Del revés 2.