Jorge y Alberto Sánchez-Cabezudo: “La estructura en tres tiempos agobia al espectador porque sabe que cada decisión absurda de los personajes tendrá consecuencias terribles»

mayo 6, 2024
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Los creadores de Crematorio o La Zona firman para Disney la adaptación a la pantalla de la novela de Manuel Jabois Nos vemos en esta vida o en la otra. Una obra, Nos vemos en otra vida (de la que son productores y directores) que profundiza en la trama asturiana de uno de los episodios más negros de la historia de nuestro país, los atentados del 11M. Por Miguel Varela.

Los directores dan instrucciones a Roberto Gutiérrez © Diego López Calvin / Cortesía de Disney

La serie Nos vemos en otra vida se estrenó en Disney+ el pasado 6 de marzo, cosechando desde entonces el aplauso unánime de crítica y espectadores. Está protagonizada por Trashorras, un delincuente local de Avilés y Baby, su protegido y joven aprendiz en el mundo criminal. Dos personas sin las que los atentados del 11M nunca hubieran sucedido -o, por lo menos, no como sucedieron- ya que fueron los encargados de proporcional a la célula criminal los explosivos que situaron en los trenes aquel trágico día. Nos adentramos en los pormenores de este proyecto de la mano de sus creadores, los hermanos Sánchez-Cabezudo, fundadores de Kubik Films.

Rubik: Nos vemos en otra vida surge como adaptación de una novela de Manuel Jabois, ¿La leísteis y sentisteis un flechazo inmediato con la historia?

Jorge Sánchez-Cabezudo: Jabois tiene una mirada muy particular, que puede cambiar la perspectiva que tienes sobre las cosas. Todos conocemos lo que pasó el 11M, pero él lo aborda desde algo tan pequeñito, con el punto de vista de ese chaval de barrio de Asturias, que podría ser un chico cualquiera de un barrio cualquiera pero él terminó siendo protagonista de un suceso trágico. Esa mirada nos pareció muy interesante.

Alberto Sánchez-Cabezudo: También nos descolocó por completo el personaje de Trashorras. Sabíamos que había una trama asturiana en los atentados, pero que detrás de ella hubiera un entramado tan pequeño y cutre nos chocó muchísimo. Estuvimos mucho tiempo tras de los derechos, llegamos tarde dos veces. A la tercera estuvimos muy pendientes porque no queríamos que se nos escapara la oportunidad de poder rodar esta historia.

Rubik: ¿Cómo fueron los primeros contactos con Disney para enfocar la producción?

J.S.C: Fue un proceso sorprendentemente rápido. Nosotros desarrollamos el proyecto y empezamos a buscar a quién le podía encajar y en ese momento aparece en escena Disney+, que estaba buscando abrir una nueva línea de producción diferente a sus obras más familiares o infantiles, buscando algo más adulto. Nosotros estábamos pensando en la posibles opciones transnacionales, coproducciones internacionales… pero justo lo que buscaba Disney era algo muy local con dimensión global. Justo lo que nosotros teníamos, una historia de trapicheos en un barrio, de un chavalín que es captado por el mafioso local, que termina mezclada con el mayor atentado terrorista en la historia de Europa.

A.S.C: Organizamos una reunión para pitchearles la historia. Ellos conocían la novela de Jabois, les gustó lo que les contamos… y directamente, para nuestra sorpresa, nos dijeron que la querían hacer. Hablamos con Sofía Fábregas, nos hizo saber que la apuesta era firme y lo cerramos, fue la primera vez que nos compraron un proyecto en el mismo pitch.

J.S.C: Es cierto que nosotros llegamos a ese momento con el proyecto muy interiorizado, desde que leímos la novela pensamos mucho en ello, somos muy reflexivos acerca de nuestros proyectos. Más en este caso que entendíamos que era un proyecto delicado, en el que íbamos a hablar sobre víctimas reales con nombre y apellido, teníamos muy claro que muchas familias lo iban a ver y que no podíamos causarles malestar. No fuimos a Disney hasta que tuvimos absolutamente claro cómo hacerlo.

Baby (Roberto Gutiérrez) y Trashorras (Pol López) © Guillermo Gumiel / Cortesía de Disney

A.S.C: En ese sentido, quiero indicir en que hay una valentía importante por parte de Disney. Nosotros sentíamos que era una serie necesaria, casi terapéutica en cierto modo, volver a hablar de este tema veinte años después. Y hacerlo con mucho rigor, haciendo un ejercicio de memoria histórica. Era un proyecto delicado, porque para contar esta historia necesitábamos hacerlo desde el punto de vista de los victimarios. Pero en Disney entendieron perfectamente lo que queríamos hacer, confiaron en nosotros.

Rubik: Una de los mayores descubrimientos de la serie ha sido Roberto Gutiérrez en el papel de Baby, ¿Cuándo lo encontráis?

A.S.C: Eso fue un acierto total del equipo de producción. Se abrió un casting en toda España, pensando en que iba a ser muy complicado encontrar un chaval no profesional que encajara a la perfección. La premisa era que la historia fuera lo más naturalista posible, así que preferíamos encontrar a un chico que no tuviera mucha experiencia. Pues bien, a Roberto lo encuentra una responsable de casting a la salida de un McDonald’s en Oviedo. Lo vio allí, con el pelo largo, rapado por los lados, con ese estilo chuleta y espabilado que tiene… y le pareció una persona muy interesante. Directamente se acercó a él y le dijo que estábamos buscando alguien de su estilo y le cambió la vida por completo. Él ni se planteaba ser actor y en apenas tres meses tuvo que aprender el oficio, entender lo que significaba y prepararse con un coach para ponerse delante de las cámaras. Su progreso fue muy interesante porque, al tiempo que Roberto iba descubriendo todo como actor, Baby iba descubriendo el mundo criminal, hay una mirada muy fresca que va madurando en ambos casos.

Rubik: La química que tiene con Pol López en escena es excepcional, ¿se percibía ya desde los primeros ensayos?

J.S.C.: Igual que encontrar a Roberto fue sencillo, no fue así en el caso de Pol. Para interpretar a Trashorras, que es un personaje muy peculiar, buscábamos un perfil no demasiado habitual en papeles principales, queríamos redescubrir. Hicimos pruebas a muchos actores muy buenos, pero en cuanto vimos la prueba de Pol nuestra reacción fue simplemente ‘wow’. No queríamos un gangster solemne, sino esa imprevisibilidad de alguien que cuando entra a una habitación no sabes si va a contar un chiste, soltarte un barbaridad o dar un puñetazo a alguien. Y cuando los pusimos juntos fue muy fácil darnos cuenta de la química que tenían los dos. Pol se puso a su nivel en cuanto a código y de algún modo lo apadrinó, Roberto buscaba aprender de él en todo momento. Funcionaban muy bien.

Jorge y Alberto Sánchez-Cabezudo © Guillermo Gumiel / Cortesía de Disney

Rubik: En el tono de la serie hay un equilibrio muy fino entre comedia, drama y hasta diría que terror. ¿Cómo se navega uno entre uno y otro?

J.S.C: Cuando lees la novela de Manuel, no está hablando del 11M, pero tú sabes que todo termine ahí. Entonces hay una sensación de angustia permanente, de ‘no te metas ahí’, ‘no hagas eso’ que está ahí desde el principio. Nunca nos planteamos hacer la serie sin decir desde el principio dónde acababa todo, todo el que ve la serie lo sabe desde el principio, pero gracias a eso precisamente tenemos un elemento de que genera tensión dramática desde el principio.

El personaje de Baby es muy pasivo, incluso al final, porque no muestra un arrepentimiento como tal. Si hubiéramos contado la narrativa linealmente, hubiéramos tenido una serie muy plana. Por eso establecimos una estructura en tres tiempos, para que la sensación de agobio vaya golpeando al espectador, al saber que cada decisión absurda que toman los personajes va a tener unas consecuencias terribles.

Esa propuesta llega, para mí, a su punto culminante en la escena en la que los yihadistas están comprando las mochilas en un supermercado, es una escena cotidiana, en un plano fijo. Sabes que es momento conduce hacia el dolor, hacia la muerte. Esa expectativa es la definición de cómo pensaba Hitchcock el terror, a través de la expectativa. Conforme avanzó el rodaje comprobamos que cuanto más cotidiano y pequeño era todo, más miedo y angustia generaba.

Rubik: ¿Cuánto se prolongó el rodaje y cuáles diríais que fueron los principales retos a los que os enfrentasteis?

A.S.C: Estuvimos rodando durante trece semanas. El resto más importante fue que, para mantener ese proceso de naturalidad en el proceso de producción era clave recrear el Avilés de hace veinte años, porque todo ha cambiado mucho en poco tiempo, la atmósfera es completamente diferente a como era entonces. Se hizo un trabajo enorme de localizaciones, de arte, de vestuario, de mucha documentación para poder afinar en todos esos procesos.

Otro reto fue, en relación a tu pregunta anterior, mantener el equilibrio con todo lo que queríamos contar. Por un lado, al inicio hay un punto de comedia más marcado, pero no podíamos pasarnos. Estamos contando la historia desde el punto de vista de los victimarios de la serie, teníamos que ir avanzando hacia un tono mucho más grave progresivamente, tanto a nivel de narrativa como de planificación.

J.S.C.: En ese sentido es muy importante dónde colocas la cámara para seguir al personaje. Al principio, la narrativa es fresca, moderna, ágil, utilizando lentes angulares para que estés ‘agarrado’ al personaje. Conforme vamos avanzando hacia el punto en el que los protagonistas son culpables, las lentes son más largas, el tratamiento formal es más frío y distante.

Rubik: Uno de los rasgos más característicos de Baby es su pasión por los coches. La serie está inundada de escenas de conducción, ¿Qué métodos utilizasteis para rodarlas?

J.S.C.: Prácticamente todos los que se te puedan ocurrir. Porque cada escena nos requería un método, un punto diferente. Un día estábamos rodando con cámara car, pero de repente la siguiente secuencia nos encajaba más con pantalla LED pero sólo para las escenas de día. Porque en las de noche nos encontrábamos con algún reflejo que nos alejaba del naturalismo que venimos hablando y la serie nos pedía expulsar todo lo que pareciera demasiado fabricado. En esos casos, poníamos un croma. Recuerdo una noche diluviando en Avilés, rodando en la carretera la escena en la que los dos coches se van pasando, teníamos dos equipos de eléctricos, mientras uno cargaba los equipos en un coche, rodábamos con el otro a toda velocidad. Unos entraban y otros salían. Parecía las 24 Horas de Le Mans, eso no lo puedes hacer si no tienes unos equipos de eléctricos, maquinistas y de fotografía excepcionales. También está el plano lateral del coche cayendo que lo rodó el propio Alberto y es uno de los planos costosos sino el que más que hemos rodado.

A.S.C.: Todo el equipo se planteó el rodaje de las escenas con coches como un gran reto. Tuvimos rodajes de escenas en carretera a toda velocidad, con todos los chavales, el equipo, eso fue muy bonito. En esta serie todo está muy medido, equilibrado, los pequeños detalles son la clave. No hicimos una escena de acción, pero las secuencias con los coches tenían que brillar a la altura de la fascinación que Baby tiene por la conducción, teníamos que respetar que es algo que a él le hace vibrar para conseguir ese efecto en el público.

Rubik: ¿Hablasteis con él, con la persona real, para inspiraros a la hora de componer el personaje?

A.S.C: Apenas hubo contacto con los personajes reales. Hicimos un pequeño intento con Gabriel a través de Jabois, ya que vivía por Avilés y nos pareció interesante. Apareció un día en el rodaje, hablamos un rato, estaba de acuerdo con la serie, pero poco más. No quisimos ver a Trashorras ni a nadie más. Sobre todo utilizamos para inspirarnos el material del macrojuicio y lo que nos contó Jabois. Consideramos que era necesario tomar cierta distancia con la historia real, para no sentirnos atenazados a la hora de crear y dialogar.

Un momento del rodaje en Asturias © Diego López Calvin / Cortesía de Disney

Rubik: Una vez estrenada la serie, la valoración por parte de la audiencia ha sido positiva y diría que prácticamente unánime, ¿Cómo os hace sentir este recibimiento?

J. S. C.: Ante una historia tan compleja, hubiéramos sido casi irresponsables si estuviéramos totalmente confiados con el estreno. Estábamos contentos con el trabajo realizado, pero siempre tienes esas dudas. Primero presentamos la serie a las víctimas, las familias… y ellas entendieron que hemos puesto a las víctimas como el faro moral de la historia y fueron las primeras en validar nuestro punto de vista. Más allá de las buenas críticas o la audiencia que tenga la serie, eso es de lo que nos sentimos más satisfechos.

A.S.C.: Creo que el público ha entendido lo que queríamos hacer y ha disfrutado de una historia de suspense, pero que tiene mucho de social. Hemos reflejado un estado de las cosas en un momento determinado, lanzando una mirada a varios niveles, especialmente hacia la juventud y la vida en los barrios. Por suerte, la respuesta ha sido maravillosa hasta ahora, y esperamos que a nivel internacional la historia también se entienda y tenga buena acogida.