La nueva consola de Sony ya está en el mercado. Lo de sacar una versión Pro de un dispositivo ya existente es algo habitual en la industria, pero el de Play Station 5 quizá sea el caso más extraño de los vividos hasta el momento. Nadie había pedido este hardware y ahora nos toca responder a la pregunta que todos se hacen. ¿Merece la pena Play Station Pro? Por Marcos de Vicente.
Para empezar, hay que hablar del poco rendimiento que se le ha sacado a esta generación de consolas hasta el momento. La pandemia, que paró mucho el desarrollo de los videojuegos, y la famosa escasez de componentes hicieron que los dos primeros años casi tres prácticamente no contaran. Con esto sobre la mesa hay que plantearse… ¿qué aporta la nueva versión?
Cambia la estética (ligeramente). Encontramos una gran franja negra transversal y contamos con un tamaño de 388 x 89 x 216 mm y un peso de 3,1 kg. Es algo menor al de la PS5 original y también cuenta con pequeños cambios en la disposición de los puertos, optando ahora por dos USB tipo C (uno de ellos a 10Gbps) en el frontal y dos USB tipo A en la parte posterior.
No tiene lector Blu-ray UHD ni peana. Ambos componentes deben comprarse aparte, por lo que los 799 euros que cuesta se incrementan si queremos, por ejemplo, aprovechar los juegos físicos que ya tengamos de PS4 y PS5. Es algo a tener muy en cuenta y que supone un tremendo downgrade con respecto a las anteriores versiones.
Mayor potencia, pero no suficiente
Cuenta con 2TB de memoria SSD interna (se mantiene, evidentemente, el puerto M.2 para ampliarla), mucho más que los 825GB del modelo original. Además, salta al Wi-Fi 7, lo cual hace que las descargas sean más rápidas y la latencia se reduzca.
La CPU aumenta ligeramente (de 3.5GHz a 3.85GHz), pero mantiene la misma arquitectura (Zen 2 con algunas modificaciones) y el mismo número de núcleos (ocho, con la posibilidad de trabajar con hasta dieciséis hilos).
La GPU salta también hasta llegar a las 60 unidades de computación (pasa de 36 a 60). La potencia pasa de los 10,29 TFLOPs de PS5 a unos 16,7 TFLOPs. Esto, según Sony, se traduce en una mejora del 45% en rasterización y de un 100% (el doble de potencia) en trazado de rayos.
4K al más puro estilo DLSS
Para lograr alcanzar los 4K con trazado de rayos y 60FPS, PlayStation 5 Pro usa la tecnología PSSR (PlayStation Spectral Super Resolution). Es prácticamente lo mismo que el DLSS de Nvidia, un sistema de reescalado que, a grandes rasgos, ‘inventa’ los píxeles que faltan hasta alcanzar las 4K mediante IA, lo que no quita potencia a la hora de alcanzar los ansiados 60FPS.
Lo cierto es que estamos ante la consola más potente de Sony hasta el momento, eso es evidente, pero en nuestra opinión no merece la pena desembolsar casi 800 euros. Las mejoras con respecto a la opción base no justifican la diferencia de precio y más sabiendo que todavía no se ha sacado todo el provecho posible a la Play Station 5 inicial.
La Play Station 4 Pro y la Xbox One X, otra historia
En la anterior generación también vivimos una renovación del parque de consolas con las versiones Pro de Play Station 4 y de Xbox One, pero ese caso fue diferente. La aparición del 4K en los hogares de manera masiva y la evidente falta de potencia de la consola base para algunos videojuegos hacía muy atractiva la idea de rascarse el bolsillo. Cualquiera que haya probado, por ejemplo, el The Last of Us: Parte II en una PS4 base sabrá de lo que hablo. Parecía que todo el salón iba a despegar.
Además, estas nuevas consolas se pusieron a la venta con el precio de lanzamiento de las consolas base y, con los diversos planes renove de las distintas tiendas y establecimientos, era relativamente asequible hacerte con una consola Pro. Nada que ver con los 799 euros que cuesta la Play Station 5 Pro (y sin lector ni peana).