'Rivales' (Warner Bros.)

Crítica ‘Rivales’: Juego y partido

junio 2, 2024
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Aunque la huelga de actores impidió que se estrenara en el Festival de Venecia, y por lo tanto, que Luca Guadagnino ganara algún premio, la trayectoria de Rivales le ha permitido cosechar buenas críticas y un funcionamiento correcto en taquilla. Por Tonio L. Alarcón

‘Rivales’ (Warner Bros.)

Ya desde el propio guión original de Justin Kuritzkes, la narración de Rivales (2024) está concebida como el extenuante intercambio de golpes que caracteriza a un partido de tenis. De ahí que la película esté construida a base de flashbacks que saltan adelante y atrás alrededor del enfrentamiento climático entre los viejos amigos Patrick Zweig (Josh O’Connor) y Art Donaldson (Mike Faist). Lo que no solamente sirve para ir rellenando los huecos de su compleja relación, especialmente respecto al tercer vértice que supone Tashi Duncan (Zendaya).

También ayuda a mostrarnos que ese triángulo sentimental –que, interesante aportación confesa de Guadagnino al guión original, no se limita a lo heterosexual, sino que fluye en sentidos mucho más ricos– tiene tantas idas y venidas, altos y bajos, como el propio partido del Phil’s Tire Town Challenger alrededor del que gira la trama.

Siendo un director que siempre se ha caracterizado por sus narrativas morosas, relajadas, que dejan que una atmósfera de sensualidad mediterránea vaya impregnando las acciones de sus personajes, no es extraño que el italiano se sintiera atraído por el rítmico guión de Kuritzkes. Tras la estupenda acogida internacional a Call Me By Your Name (2017), la obra cinematográfica de Guadagnino se ha centrado en explorar sus temas recurrentes y su concepto personal de la puesta en escena a partir de contextos diferentes: el cine de terror en su Suspiria (2018) y la geografía norteamericana en Hasta los huesos (2022). Precisamente, la adaptación que hacía esta última de la novela original de Camille DeAngelis le permitía seguir jugando con la presencia de la naturaleza que caracteriza gran parte de sus películas, pero en Rivales se ve obligado a limitarse a los espacios urbanos y, es más, a un entorno tan artificial como las pistas de tenis.

‘Rivales’ (Warner Bros.)

Consciente de que tenía que cambiar de juego para adaptarse al libreto, el director italiano ha optado por romper continuamente la baraja en Rivales. Es decir, ha apostado por una cadencia de planos que no es la habitual en su filmografía, apoyándose a nivel de ritmo en la desatadísima banda sonora techno de Trent Reznor y Atticus Ross, pero sobre todo, evitando al máximo una concepción televisiva de los partidos de tenis.

Al haber contado con un rodaje relativamente corto para una película de este calibre, 41 días, Guadagnino ha optado por hacer storyboards de todas las secuencias deportivas –según explicaba, inspirándose en la energía del cine de Martin Scorsese, especialmente El color del dinero (1986) y su episodio para Historias de Nueva York (1989)–. De ahí que recurra continuamente a planos imposibles, como todos lo que han sido rodados por debajo de un suelo transparente, o aquellos en los que intenta captar una visión subjetiva, sea desde la perspectiva de una raqueta, o desde la propia pelota de tenis.

Por supuesto, si Rivales no hubiera sido nada más que un drama deportivo, no habría captado la atención de Guadagnino, cuyo interés está, lógicamente, en cómo se desarrollan los tiras y aflojas sentimentales entre sus personajes protagonistas. Aunque el italiano carga de una cierta sensualidad el triángulo desde su primer encuentro, sobre todo enfatiza el homoerotismo que caracteriza la relación entre Patrick y Art: no hay más que ver detalles ausentes del guión de Kurtizkes como el apasionado momento que provoca su primer rollo con Tashi, o la curiosa escena en la que ambos se comen un churro (sic).

Puede que el estatus estelar de Zendaya, y su peso específico como productora, haya impedido una mayor implicación a nivel de erotismo en pantalla –quizás de ahí venga la decisión de ambientar cierta secuencia climática durante una tormenta, transmitiendo así mayor pasión a través de lo atmosférico–, pero, en todo caso, Guadagnino se centra mucho más en el atractivo de los cuerpos masculinos. Hay un cierto deleite en la forma en la que rueda los torsos desnudos de O’Connor y Faist, sobre todo cuando descansan entre set y set, y cabe apuntar que aprovecha una secuencia de vestuario para mostrar un poco más de lo debido.

‘Rivales’ (Warner Bros.)

Quizás sea esta la película de Guadagnino que más se aproxima a Jules y Jim (1962), de François Truffaut. Pero si aquella retrataba la idealización de la amistad y el interés por los modos de vida alternativos de la bohemia francesa, Rivales ancla todas esas posibles sugerencias dentro de un contexto social que alienta tanto lo competitivo como para restringir todo aquello que se salga de lo útil, impidiendo, pues, que sus tensiones sentimentales (y sexuales) fluyan de forma natural.

Desde esa perspectiva, el gesto final de Patrick y Art –de nuevo, ausente del guión original, que lo dejaba todo fuera de cámara–, así como el consecuente grito de entusiasmo de Tashi, es un corte de mangas a la moralidad contemporánea, y una reivindicación de la libertad a la hora de amar.