'El baño del diablo' (Caramel Films)

Crítica ‘El baño del diablo’: La depresión de Agnes

noviembre 16, 2024
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La ganadora de tres premios en la última edición del Festival de Sitges, un Oso de Plata en Berlín y representante de Austria en los próximos Oscar llega a salas españolas de la mano de Caramel Films. Por Belit Lago

‘El baño del diablo’ (Caramel Films)

Hace diez años, Veronika Franz y Severin Fiala nos sorprendían con la turbia historia de Goodnight Mommy, que se llevó un Méliès d’Or a mejor película y el reconocimiento a mejor fotografía en los Premios del Cine Europeo, además de un puñado de buenas críticas por parte de expertos de alcance internacional.

The Lodge (2019), protagonizada por Riley Keough (Under the Silver Lake, David R. Mitchell, 2018), nieta de Priscilla y Elvis Presley, pasó bastante desapercibida por festivales y acabó estrenándose directamente en plataformas. Con su última propuesta, la pareja y el sobrino de Ulrich Seidl —Franz ha trabajado en los guiones de la mayoría de los documentales del director vienés— se adentran en el imaginario del folk horror para llevarnos a una aldea del siglo XVIII fuertemente anclada a los valores patriarcales del cristianismo.

Agnes, una joven de sensibilidad especial, acaba de casarse con Wolf, un rudo muchacho que vive a la sombra de una madre castradora que lo despersonaliza constantemente, ocupando un rol masculino fuertemente marcado.

La ilusión propia del comienzo de una vida juntos pronto se verá eclipsada por la frustración de ella ante el rechazo íntimo de él. Agnes intenta interpretar el papel de la buena esposa, pero acaba dándose cuenta de que, aunque su marido no esté por la labor de fecundarla, tampoco ella encaja en los cánones de la época.

‘El baño del diablo’ (Caramel Films)

Asistimos a una degradación tanto espiritual como física de la protagonista, con la que Anja Plaschg deja al público con la boca abierta y el corazón encogido. El de El baño del diablo es uno de los primeros papeles de la cantante (conocida artísticamente como Soap&Skin), que además de haber compuesto la banda sonora, bien podría haberse llevado el premio a mejor actriz en cualquiera de los festivales en los que ha competido.

Inspirada en hechos reales, la película toma como referencia los casos de dos mujeres condenadas a muerte por asesinato: a ojos de Dios, el crimen de sangre resultaba menos grave que el suicidio. Agnes, sumida en una depresión cuyo desarrollo observamos a medida que avanza la trama y, con ella, el estado de descomposición del personaje, no desea otra cosa que escapar de su realidad.

Tras intentar sobrevivir —huyendo a la casa familiar, de donde la arrastran de vuelta a su nuevo hogar— y, más tarde, morir —consumiendo microdosis de veneno para ratas durante días—, acaba tomando la decisión (si es que alguien en su estado de enajenación mental es capaz de discernir entre la realidad y el delirio) de conseguir su objetivo por otras vías, aunque esto signifique llevarse otras vidas por delante.

Con un tono sutil y para nada extravagante, cercano incluso al documental, El baño del diablo nos va introduciendo paulatinamente el horror en el cuerpo. El malestar y la incomodidad ante la representación de los límites a los que puede llegar un cuerpo que desea morir resultan estremecedores. Después de la maratón de cine de género que vivimos durante el Festival de Sitges, no cabe ninguna duda de que la película más premiada es también la más terrorífica.

‘El baño del diablo’ (Caramel Films)

Mientras Art el payaso despertaba carcajadas y aplausos con su gore desenfrenado, la perspectiva con que Franz y Fiala conciben este tour de force contra la propia existencia, habitando los recovecos más oscuros del pensamiento humano, convierten este trabajo en una excelente obra artística que invita a reflexionar sobre qué ha significado ser mujer a lo largo de la historia.