FRANKENSTEIN. (L to R) Jacob Elordi as the Creature and Oscar Isaac as Victor Frankenstein n Frankenstein. Cr. Ken Woroner/Netflix © 2025.

Festival de Sitges: Crítica ‘Frankenstein’, ‘Black Phone 2’ y ‘La larga marcha’

octubre 22, 2025
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Durante el último fin de semana del Festival de Sitges se presentaron algunos platos fuertes del cine de género de este 2025 que en breve podrán recuperarse en salas. Son los casos de La larga marcha, última adaptación de Stephen King, la secuela de Black Phone y el Frankenstein de Guillermo del Toro. Por Belit Lago

‘Frankenstein’ (Netflix)

La 58ª edición del Festival de Sitges ha sido de récord: más películas en su programación, más premiados que nunca y más entradas vendidas que el año anterior. Todo esto acompañado de una calidad que también crece edición tras edición, y es que entre los hits del certamen se encontraban algunas de las películas más esperadas del año: Bugonia de Yorgos Lanthimos, o No Other Choice de Park Chan-wook —que recibió el Premio a Mejor Dirección por parte del Jurado Oficial—, son un par de ejemplos.

También los últimos proyectos de Julia Ducournau, Radu Jude, Eduardo Casanova, Lucile Hadžihalilović o Luc Besson llenaron las salas hasta los topes, atrayendo a un público heterogéneo y confirmando que el Festival de Sitges no es solo para amantes del género, sino que abarca una pluralidad de propuestas que también puede leerse entre sus espectadores.

Tres de las películas más esperadas se guardaron para los últimos días del festival: proyectos, a priori, interesantes para un amplio rango de público. Si nos fijamos en la taquilla de algunos estrenos de terror de este año, como Weapons o Expediente Warren: El último rito, y teniendo en cuenta que nos encontramos en plena spooky season —con Halloween a la vuelta de la esquina—, no hay duda que las expectativas son altas, y que es probable, o cuanto menos deseable, que estos títulos consigan llenar las salas tal y como ha ocurrido en sus respectivos pases durante el festival.

La primera, y seguramente la que más interés genera, es la adaptación de Frankenstein de Guillermo del Toro, cuyo estreno nacional fue en el Festival de San Sebastián el pasado 26 de septiembre. El mexicano cumple uno de sus deseos de infancia —según ha comentado en algunas entrevistas—, al explicar desde su perspectiva la historia de Víctor Frankenstein y su creación. Pero… ¿Qué perspectiva es esta? Realmente una muy poco contaminada, pues la versión de Del Toro es, de las que se han hecho hasta ahora (que no son pocas), una de las más fieles a la obra de su autora Mary Shelley.

Es imposible negar que la construcción de los ambientes es fruto del trabajo de un prodigioso equipo de artistas. Cada paisaje posee una unicidad y entidad propias, llegando a formar parte de la narrativa misma. Aunque el director haya reforzado su discurso contra el uso de la CGI (como hiciera Ridley Scott respecto a su Napoleón), además de destacar su debilidad por lo artesanal, resultan bastante evidentes los abundantes retoques digitales. Lo cual tampoco es negativo, ya que ayudan a crear un universo exquisito donde quedan reforzados todos los personajes.

Dos puntos más a favor de Frankenstein son Mia Goth y Jacob Elordi. La primera, como madre de Víctor en el prólogo y prometida de su hermano más adelante, confirma su estado de gracia al salirse con brío de sus papeles más macarras (como en la trilogía de Ti West, donde Goth también interpreta dos personajes: el de Pearl y el de Maxine) y empaparse de la elegancia y feminidad de Elizabeth, tan bella como inteligente.

‘Frankenstein’ (Netflix)

Por otro lado, la estrella masculina de Euphoria se vuelve aquí otro tipo de monstruo. Con un cuerpo que parece más cincelado por un escultor que recosido a manos del moderno Prometeo, sus capacidades de comunicación sin apenas mediar palabra, apoyado en sus increíbles movimientos, son intachables. Ambos acompañados de un gran elenco, si bien no especialmente virtuoso, tan notable como de costumbre. Oscar Isaac, Christoph Waltz, David Bradley y Charles Dance son algunas de las caras más conocidas.

Sin embargo, sus 150 minutos y la evidente estética de Netflix juegan radicalmente en su contra. Demasiado envoltorio para una historia que ya todos conocemos y que, quizás, más que volvernos a contar todo lo que ya sabíamos, bien podría haber significado una nueva investigación, una voluntad de transitar un camino inexplorado que funcionara como aliciente más allá del aspecto artístico. La sensación tras el visionado se aproxima más al cansancio y el aburrimiento que a la experiencia de haber visto algo apoteósico.

Otra película cuyos fans llevan esperando, como mínimo, desde que se estrenara la primera parte en 2021, es Black Phone 2, de un director como Scott Derrickson que ya podría considerar Sitges como su segunda casa. Tras presentar en el festival El exorcismo de Emily Rose (2005), Sinister (2012) y su segmento en V/H/S/85 (2023), el cineasta se cuela en la Sección Sitges Collection (una especie de Perlak del género) con la continuación de una cinta terrorífica que destacó dentro de la cosecha de su año.

Cuatro años después de que Finn acabara con El Captor —interpretado por un irreconocible Ethan Hawke—, el villano vuelve a su vida con la intención de sumergir a su hermana Gwen en las peores pesadillas posibles, en un evidente paralelismo con el modus operandi de nuestro querido Freddy. Si bien recupera a los mismos protagonistas, decisión que da continuidad a la historia, Derrickson cambia de localización, y nos traslada a un campamento de invierno helado por las bajas temperaturas.

Es interesante la transgresión de este tipo de espacios (los campamentos), donde tantos slashers de los ochenta tuvieron lugar. Donde entonces había jóvenes borrachos, fiestas secretas y chapuzones tan tórridos como sangrientos, aquí nos encontramos con un ambiente inhóspito, inhabitado, frío y estremecedor. Nada bueno puede ocurrir en Alpine Lake Camp; en el de Crystal Lake, como mínimo, antes de su fatal destino, los muchachos incluso podían divertirse.

‘Black Phone 2’ (Universal)

El aspecto visual ochentero, que a su vez apela a la nostalgia de estas películas, entronca con la mirada al pasado que ofrece la historia. Conocemos al personaje de Hope, madre de los hermanos protagonistas, y su especial vínculo con Gwen, quien toma las riendas de la narrativa dejando a su hermano y al resto de personajes en un segundo plano; incluso echamos de menos algo más de presencia de El Captor, en cuyo pasado también se indaga, aunque con mucha menos profundidad de la que nos hubiera gustado.

Sin ser una película redonda, resulta más entretenida que la anterior, adaptación cinematográfica de la novela homónima de Joe Hill (hijo de Stephen King, al que volveremos enseguida). Veremos, en el caso de que haya una tercera, si vuelve a apostarse por la continuidad o si, por el contrario, nos sorprenden con otro tipo de aventuras. Quizás sea el momento de centrarse de lleno en el villano, el personaje realmente interesante.

Y por último, otro proyecto que llega ya a los cines es La larga marcha, una de las últimas adaptaciones de Stephen King, y no la única dentro de la programación de este año: La vida de Chuck (Mike Flanagan) y un adelanto de la serie It: Bienvenidos a Derry (Andy Muschietti), de la que solo pudo verse un adelanto de 11 minutos, también sirvieron como recordatorio de la relevancia del autor estadounidense en el cine de género, plagado de guiños y homenajes a su obra.

En este caso, el guionista J.T. Mollner, director de Strange Darling (ganadora a Mejor Fotografía en la pasada edición del festival) se aventura con un reto complejo: adaptar una novela distópica que tiene lugar en una misma localización: la carretera. Un grupo de jóvenes, participantes de la competición conocida como “la larga marcha”, se pasarán la película caminando. Caminando mientras beben, comen, hablan, hacen sus necesidades, e incluso duermen. Un paseo interminable donde solo puede quedar uno, el ganador, a quien se le concederá un deseo.

‘La larga marcha’ (Diamond Films)

Si bien no resulta fácil mantener la tensión durante las casi dos horas que dura la película, Francis Lawrence se las apaña para generar algún que otro momento de potencia dramática que, sin embargo, acaban enfatizando todavía más sus evidentes carencias.

Pese a la extrema entrega del elenco, capitaneado por Cooper Hoffman (Licorice Pizza, 2021) y David Jonsson (Alien: Romulus, 2024), dos jóvenes de los que esperamos oír hablar mucho más en un futuro inmediato, la propuesta no es para nada redonda. Plagada de diálogos superficiales e instantes de sensacionalismo innecesario, La larga marcha funciona como drama juvenil con toques de violencia; un coming of age atravesado de mala leche y personajes con los que, aunque resulte complicado empatizar demasiado, acabas generando cierto vínculo emocional.

Tanto si conoces la obra original como si no, todo el mundo augura un final parecido. La cuestión es: ¿Hacen falta tantas adaptaciones? ¿Se han quedado los guionistas sin ideas? ¿Vende más un nombre conocido que la originalidad de una obra inaudita? No tengo ninguna de las respuestas, pero como espectadora, todavía siento entusiasmo por descubrir nuevos horizontes y desconocer a dónde me llevan. Si el camino es largo, por lo menos que esté lleno de sorpresas.