'How to Have Sext' (Avalon)

Crítica ‘How to Have Sex’: No culpes a la playa

abril 14, 2024
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Teniendo reciente Not a Pretty Picture de Martha Coolidge, resulta descorazonador comprobar lo poco que hemos avanzado respecto a las agresiones sexuales en How to Have Sex, que pasa de la comedia ligera a un angustioso tono de película de terror. Por Tonio L. Alarcón

‘How to Have Sex’ (Avalon)

El cine estadounidense de los 80 convirtió la obsesión por la pérdida de la virginidad en uno de los temas centrales de la comedia teen de la época (que heredarían películas posteriores influidas por esta), tal y como muestran ejemplos como Faldas revoltosas (1980), Aquel excitante curso (1982), Risky Business (1983), Clase (1983), Dieciséis velas (1984) o Juegos de amor en la universidad (1985).

Todas ellas eran ejemplos de coming of age en los cuales el sexo se concibe como una especie de rito de paso, un trámite a cumplir obligatoriamente para alcanzar una supuesta madurez, pero respecto al cual pocas veces (salvo cuando había mujeres implicadas, caso de Faldas revoltosas o Aquel excitante curso) se profundizaba lo más mínimo en las consecuencias emocionales de una experiencia que no siempre es tan ideal, ni tan satisfactoria, como la presión social hace sentir.

Partiendo de su propia experiencia con una agresión sexual a muy temprana edad, la directora y guionista Molly Manning Walker ha construido con su ópera prima, How to Have Sex (2023), algo así como el reverso de dichas comedias. No porque el mensaje que lance sea el contrario, que también. Sino porque, respecto a aquellas, su autora nos lleva de la mano hacia el otro lado de las narraciones heterocéntricas: es decir, nos muestra el punto de vista, que en anteriores generaciones tendía a negarse (o se abordaba de forma superficial), de los intereses amorosos que recibían los avances libidinosos de los (pos)adolescentes que centraban el relato. Lo que pone sobre la mesa que, pese a que creamos haber avanzado mucho respecto a aquella época, sigue existiendo una disfunción social lo bastante grave como para que no se haya corregido el desequilibrio en el poder de decisión respecto a los encuentros casuales heterosexuales.

‘How to Have Sex’ (Avalon)

Cabe destacar, a ese respecto, el cuidado con el que Manning Walker arranca el largometraje con cierto tono desenfadado, optimista, para ir enturbiando la narración a medida que avanza. La cámara del director de fotografía Nicolas Canniccioni, muy influida por su experiencia previa en el documental, muestra la llegada a Malia de las tres protagonistas, Tara (Mia McKenna-Bruce), Skye (Lara Peake) y Em (Enva Lewis), con una belleza de postal perfectamente medida. De la misma manera, el uso de la cámara en mano, la iluminación repleta de violetas y la agilidad del montaje le da a sus primeras experiencias en las discotecas de la zona una pátina de frescura, de espontaneidad.

La directora se preocupa, además, de utilizar lentes de 35 mm (es decir, de focal corta) para encuadrar, siempre que sea posible, a las amigas dentro del mismo plano, transmitiendo de esa manera la proximidad emocional que sigue habiendo entre ellas.

Sin embargo, la agresión sexual que Tara sufre a manos de Paddy (Samuel Bottomley) transforma How to Have Sex en una película radicalmente distinta. La narración se torna mucho más asfixiante, más angustiosa, deviniendo prácticamente una película de terror que pasa a centrarse de forma exclusiva en el traumatizado personaje de McKenna-Bruce.

A subrayar cómo la directora rompe una de las constantes del relato hasta ese momento, la presencia casi omnipresente de música (o al menos, un ritmo machacón de fondo, como si toda la isla fuera una discoteca), y juega con la distorsión de la misma para transmitir la disociación mental que está sufriendo su protagonista. De la misma manera que, a partir de tan grave experiencia, se produce una búsqueda de la fealdad intrínseca a las turísticas localizaciones de Creta en las que se rodó el proyecto. Quizás el mejor ejemplo de ello sea ese plano de una calle llena de locales, con una geometría tan simétrica que parece un fondo pintado, y que Manning Walker reitera en sendos planos generales que, en su devastación, se dirían sacados de una película posapocalíptica.

‘How to Have Sex’ (Avalon)

La cuestión es que, a nivel argumental, la directora no construye la secuencia de la violación como un disparador que cambia el sentido del relato, sino, como en una tragedia griega, la consecuencia de una serie de decisiones erróneas, de desencuentros desafortunados, que desembocan en el peor de los destinos para Tara.

En otras palabras, la agresión sexual es la culminación del progresivo enrarecimiento de How to Have Sex, provocado por cómo el ambiente hedonista, lujurioso, del completo turístico en el que se enmarca la acción (Manning Walker quería situarlo en Magaluf, pero frente a la imposibilidad tuvo que optar por Malia), saca a relucir la inmadurez de su grupo de jóvenes protagonistas. Empezando por Skye (Lara Peake), sobre el papel la más liberada de las tres amigas, pero que claramente también es la que vive más frustrada; y sobre todo respecto al malogrado conato de historia de amor con Badger (Shaun Thomas), que aunque tiene buen fondo, carece de la inteligencia emocional suficiente como para entender las necesidades emocionales del personaje de McKenna-Bruce o, lo más importante, para pararle los pies a su amigo Paddy.