El Skyline Benidorm Film Festival abrió recientemente la convocatoria para recibir cortometrajes de cara a su 9ª edición y también para su concurso de guion. Entrevistamos a su directora, Beatriz Hernández, para conocer más a fondo los detalles de un Festival que se ha consolidado en los últimos años como uno de los más relevantes para el sector del cortometraje. Por Miguel Varela
Rubik: ¿Qué tipo de trabajos está buscando el Skyline para su 9ª edición y cuáles serán las principales novedades en 2025?
Beatriz Hernández: Ya están abiertas las inscripciones para cortometrajes de hasta 30 minutos en las categorías de animación, ficción y documental. En cuanto a la temática, el Skyline es un festival generalista, es decir, no nos centramos en una temática específica.
La gran novedad de esta edición es que hemos ampliado nuestra Sección Europea y la hemos convertido en una Sección Internacional 100%. Esto responde a la demanda de participantes de otros territorios que durante años nos preguntaban si podían enviar sus cortos. Hasta ahora, no teníamos una categoría que aceptara obras fuera de Iberoamérica o Europa.
Rubik: ¿Cuántos proyectos estáis recibiendo de media en cada convocatoria y cuántos son los afortunados que son seleccionados para Sección Oficial?
B. H.: Estamos recibiendo entre 700 y 800 cortos cada año. Para nuestra Sección Oficial Nacional, que además es calificadora para los Premios Goya, seleccionamos unos 25 cortometrajes. A veces añadimos alguno más, como el año pasado, cuando seleccionamos 26 porque encajaban perfectamente. En las otras secciones, como la Iberoamericana -ahora Internacional-, el número de seleccionados depende de cada edición.
Rubik: Revistar y valorar una cantidad tan importante de cortometrajes no debe ser fácil. ¿Cómo se consigue hacerlo y garantizar que los mejores trabajos avancen en el proceso de selección?
B. H.: Dentro del jurado trabajamos por parejas y cada cortometraje lo ven de principio a fin al menos dos personas, que debaten y deben acordar si ese cortometraje debe avanzar o no a la siguiente fase de preselección. Ese comité de selección es paritario y diverso, compuesto por profesionales cuya edad va desde los 25 años hasta los 50. Para mí es muy importante y siempre insisto en que sobre cada trabajo debe haber un debate. Es decir, no sólo vemos los cortometrajes y decimos ‘sí’ o ‘no’, debe haber una conversación sobre cada uno de ellos y un ‘por qué’, una explicación sobre qué aporta ese cortometraje para ser seleccionado.
Al final, todo el equipo revisa los cortometrajes preseleccionados, que suelen ser unos 50 o 60 y de ahí elegimos a los 25 finalistas. Es un proceso largo y riguroso que puede llevarnos reuniones de muchas horas, pero para nosotros es muy importante mantener ese debate en cada fase del proceso.
Rubik: ¿Crees que hay un exceso de producción de cortos en términos generales? ¿Es viable que haya espacio y visibilidad para todos esos trabajos cada año?
B. H.: Es cierto que en los últimos años el ritmo de producción ha crecido muchísimo. Esto es positivo en tanto que los festivales recibimos obras de una calidad muy notable. Pero también implica que hay que distinguir entre dos tipos de cortometraje: los estudiantiles, que ponen en marcha equipos de gente joven para aprender y los cortos profesionales, que en nuestro caso son los que buscamos para nuestra Sección Oficial. Estos últimos tienen un equipo profesional que se ha dado de alta para la producción y calificación en el Instituto de Cinematografía.
Rubik: De hecho, vosotros pedís desde el año pasado como requisito obligatorio que los cortometrajes de vuestra Sección Oficial tengan calificación de ICAA, ¿por qué?
B. H.: Muchos de los cortometrajes que recibimos tienen como objetivo competir en los Premios Goya y si no están calificados, no pueden hacerlo, por lo que entendemos que tiene sentido que nosotros hagamos esa solicitud también. Sin embargo, en secciones paralelas como la de Jóvenes Realizadores, no exigimos esa calificación.
Rubik: Históricamente, el corto ha tenido esa consideración de fase de maduración antes de dar ‘el salto al largo’. Pero lo cierto es que cada vez hay más realizadores consolidados y de muchísimo talento que continúan desarrollando trabajos en formato corto. ¿Crees que eso dificulta ese proceso de evolución y profesionalización progresiva de la gente que empieza de cero?
Rubik: Es cierto que las líneas se han difuminado en los últimos años. Pero los festivales hemos respondido a esa dinámica ofreciendo espacios concretos y delimitados en los festivales para esos nuevos y jóvenes talentos, por lo que cada cortometraje termina encontrando su lugar. Es una de las mecánicas que tenemos para apoyar en todas sus etapas al sector del cortometraje, como lo son el premio económico por selección y los premios finales de cada categoría.
Rubik: Ese es un punto clave que reclaman muchos cortometrajistas: la posibilidad de rentabilizar su trabajo económicamente en el circuito a través de las selecciones. ¿Cuál es vuestra política al respecto?
B. H.: Nosotros pagamos 200€ a cada corto que es seleccionado para nuestra Sección Oficial, por el hecho de proyectarlo en una sala, y premios económicos a los ganadores de cada sección. Creemos que remunerar económicamente a los trabajos seleccionados es fundamental para profesionalizar el sector.
Rubik: Finalicemos lanzando una mirada al pasado… y al futuro. ¿Estás satisfecha con la progresión del festival en los últimos años? Y, ¿hacia dónde te gustaría seguir avanzando?
B. H.: Muy satisfecha. Empezamos en 2017 con una muestra de un solo día y siete años después llenamos salas durante varios días para nuestras proyecciones, contamos con múltiples secciones a competición y actividades paralelas y, desde 2022, somos festival calificador para los Premios Goya.
Y, además de las proyecciones, también contamos con un concurso de guion, que ha ido evolucionando cada año hasta las 340 propuestas que recibimos el año pasado. Un Short Pitch que tiene entre sus condiciones que el proyecto ganador debe rodar una parte del corto en Benidorm. Esto fomenta la promoción de la ciudad y atrae público y profesionales locales, pero también de Madrid, Barcelona y muchos otros lugares, algo de lo nos enorgullecemos.
¿Hacia dónde vamos? Actualmente estamos satisfechos con la dimensión que ha alcanzado el Festival y sus proyecciones, a partir de este punto todo crecimiento ha de llegar poco a poco de forma orgánica para seguir siendo sostenibles. Sí creo que tenemos margen de crecimiento en el área y jornadas de industria y estamos trabajando en esa línea, que consideramos muy prometedora para el futuro.