Una de las grandes revelaciones del cine español reciente es sin duda La mesita del comedor. Una película de terror indie -con producción de La Charito Films, Apocalipsis Producciones y Alhena Production- que ha roto todos los esquemas de los espectadores con su cautivadora mezcla de humor negro y terror, que sirve de excusa para elaborar un perturbador tratado sobre la culpa en las relaciones humanas. Por Miguel Varela.
Nos adentramos de la mano de su creador en los entresijos de un proyecto que fue definido por el mismísimo Stephen King como “la película más negra que verás en tu vida, horrible y terriblemente divertida. Como si se tratara del sueño más oscuro de los hermanos Coen”.
Rubik: ¿Cuál fue el germen de La mesita del comedor? ¿El conjunto de la historia nace a partir de ese plot que marca el desarrollo de la película… o esa página del guión llegó después?
Caye Casas: El germen fue querer hacer una película terrorífica… pero que no fuera la típica película de terror. Nos preguntamos qué es lo que realmente nos aterra, y la respuesta fue “lo cruel que puede ser la vida con cualquiera de nosotros, lo horrible que puede ser el destino si tienes muy mala suerte”. Nos pueden pasar cosas horrorosas, y no hacen falta monstruos, espíritus o asesinos. De esas premisas salió la historia de La mesita del comedor, queríamos enseñar que el infierno está en la tierra y hacer una película que quien la viera no la pudiera olvidar jamás.
Rubik: ¿Cómo fue el proceso de escritura junto a Cristina Borobia? ¿Cómo conseguisteis equilibrar los elementos de comedia negra con el horror psicológico… ¿hubo mucho test con actores?
C. C.: El proceso con Cristina es fácil, nos conocemos muy bien porque llevamos treinta años como pareja. La primera versión de guion la escribo yo, luego se la paso a Cristina y me hace su análisis, me indica lo que le gusta, lo que no o añade ideas, entonces entre los dos trabajamos en lo que será la versión definitiva.
Creo que el humor negro es mi “marca de la casa”, me encanta meter humor negro en todas mis historias, también me gusta mezclar géneros, creo que es normal que una peli tenga diferentes géneros, como la vida misma. Seguramente es más complicado hacer un guion mezclando géneros tan diferentes como la tragedia y la comedia, pero a mí me sale sólo, básicamente porque en la vida real los géneros se mezclan constantemente.
Con el casting fue relativamente sencillo y tuvimos suerte. Los personajes de David Pareja, Josep Riera, Itziar Castro o Eduardo Antuña, los escribimos pensando en ellos, son amigos, los conocemos muy bien desde Matar a Dios y RIP, y teníamos claro que lo iban a bordar. Luego contactamos con actrices como Estefanía de los Santos, Claudia Riera o Cristina Dilla de las que éramos seguidores, nos encantaban, o otras como Claudia Font con la que queríamos trabajar. Tuvimos la suerte de que todas dijeron que sí al proyecto.
Rubik: Se trata de un proyecto que compensa la falta de presupuesto con enorme habilidad para generar tensión con apenas un puñado de actores y un par de localizaciones, pero aún así, hay que levantar cierto presupuesto cuando uno se pone a rodar. ¿Cómo fue ese proceso de financiar el proyecto e ir encontrando socios que se implicaran en la historia?
C. C.: La mesita del comedor es una película 100% independiente y low cost (igual que mi anterior peli Matar a Dios). Esto quiere decir que no tiene ayudas ni subvenciones, ni teles ni plataformas. Es una película financiada con muy poco dinero privado, que pusieron las productoras, amigos y yo mismo. De momento nunca he recibido una subvención para hacer una película, espero que eso cambie, porque creo que ya va tocando que las instituciones apoyen mi cine y pueda rodar nuevas historias con los recursos necesarios.
Rubik: Has comentado en alguna ocasión que el rodaje se planteó casi como el de un cortometraje. ¿Cómo fueron esas diez jornadas de rodaje? Imagino que muy intensas, no sólo por el plan de rodaje, si no por la intensidad y complejidad emocional que requerías de los actores…
C. C.: Rodar una película en solo 10 días es una locura, tienes muchas posibilidades de que la cosa no salga bien, y si encima lo haces con muy poco dinero cada problema que surja es más complicado de solucionar. Nos pasó de todo en el rodaje, lo rodamos en casa de una amiga mía, un piso donde hay vecinos y claro, hay ruidos constantes. Se inundó el piso de arriba y nos empezó a caer agua por el techo, tuvo que venir la policía ya que los vecinos de arriba se dejaron la ducha abierta y se inundó todo. Nos pusimos enfermos (gripe), hubo 4 personas del equipo que estuvieron parte del rodaje de baja, y David Pareja, Cristina Borobia (que también es la directora de arte) y yo mismo, estuvimos rodando con fiebres altas. El penúltimo día de rodaje uno de mis mejores amigos tuvo un percance que arruinó su vida, y estuve rodando sabiendo que estaba a punto de morir e intentando que no se me notara la enorme tristeza que llevaba dentro. En fin, fue muy duro, pero lo conseguimos y La mesita del comedor, a pesar de todo, existe.
Rubik: ¿Cuáles fueron las referencias principales del proyecto? ¿Hubo mucho trabajo de prueba y error con sonido, fotografía, composición musical… para generar esa atmósfera malsana que caracteriza a la película?
C. C.: Como cineasta tengo muchas referencias, pero en este caso no tenía ninguna referencia clara. Fue más tener la idea potente y trabajarla hasta acabar el guión. Si te tuviera que dar una referencia, te diría que el cine que hace Todd Solondz es un maravilloso espejo donde mirarse, no se parece demasiado al mío a primera vista, pero me encanta lo arriesgado, perturbador, cómico y sobre todo políticamente incorrecto que es ese autor. Ojalá algún día pueda crear una obra maestra como la que el creó con Happiness.
Rubik: Una vez el proyecto está rodado y empezáis a compartirlo… ¿Qué sensaciones tenéis? Y, ¿qué tal los primeros feedback?
C. C.: La peli la monté yo en mi casa. Y la verdad es que estaba contentísimo con el resultado final, vi que teníamos algo muy potente entre manos, Cristina opinaba igual y los productores también. Nuestra idea era estrenarla por todo lo alto en el Festival de Sitges, es un público que conozco muy bien porque voy a ese festival desde que tenía 14 años. Pero… al principio todo fue mal, fatal diría yo. La primera hostia nos la llevamos con la no selección de Sitges, es algo que no entendí y a día de hoy sigo sin entender. No les gustó nada la peli y decidieron no seleccionarla. Luego un distribuidor importante nos dijo literalmente que “esa película no debería existir”, y para acabar otra personalidad destacadas dentro del mundillo me dijo, gritándome y casi insultándome delante de varias personas, que debería dejar de hacer cine, que no tenía ni idea y que mis películas solo se pueden ver en manicomios. Esos fueron los inicios y los primeros feedbacks en España. Por suerte, tomamos una muy buena decisión, enviarla a festivales internacionales, y ahí todo cambió radicalmente. Fuera de España empezamos a tener selecciones de festivales, empezamos a ganar premios en todos ellos, las críticas eran maravillosas y el público salía flipando de las proyecciones. Fuera de España todo cambió.
Rubik: La película funcionó muy bien en Festivales… pero el boom definitivo entre el público llega tras la recomendación de Stephen King. ¿Cómo te afectó ese reconocimiento y cómo ha cambiado la recepción del film desde entonces?
C. C.: Antes de las palabras de “El Rey”, la peli ya se había convertido en la película de género más premiada en el mundo en 2023, las redes hablaban mucho de ella. Algunos países la estaban comprando, se estrenó en México o Estados Unidos… pero curiosamente en España solo se podía ver en algunos festivales. Entonces pasaron dos cosas geniales. Por una parte la adquirió Filmin, y una semana más tarde el maestro del terror mundial dijo lo que dijo en X, un tweet que se hizo viral con millones de visualizaciones y me dio la credibilidad suficiente para ganarme el respeto de muchos. El mensaje de Stepehn King fue sin duda uno de los mensajes más importantes que he tenido en mi vida, nunca lo olvidaré, y es posible que esas palabras cambien para mucho mejor mi carrera cinematográfica.
Rubik: La Mesita del Comedor es negra, negrísima. ¿Hay algún momento que sentiste miedo de haberte pasado de frenada una vez ves el resultado y comienza la distribución del proyecto?
C. C.: No, ya la hicimos sabiendo que estábamos traspasando las líneas rojas que la industria no se atreve a traspasar. Yo la hice creyendo que sería mi última peli, y quería despedirme a lo grande. Lo único bueno de hacer cine independiente es la libertad, no existe la censura ni la autocensura en mi caso, y eso es un arma que las pelis que se hacen dentro de la industria no tienen, y se nota. Es una lástima, todo el mundo va con el freno de mano puesto, pero yo no, me tiré a una piscina sin agua y milagrosamente floté.
Rubik: ¿Qué aprendizaje te llevas de este viaje? ¿Esperas que sea la puerta a hacer proyectos más grandes próximamente?
C. C.: Estoy moviendo 4 proyectos más, pero para poder rodarlos necesito dinero y recursos necesarios; si no, no existirán. Ojalá lleguen las ayudas y el apoyo necesarios, creo que pueden dar muchísimo que hablar. Y del viaje de hacer La mesita del comedor he aprendido muchas cosas. Yo estaba sumido en una depresión artística, ya que después de Matar a Dios no había manera de rodar nada, y pensaba que jamás podría rodar otra peli. Pero la suerte, la casualidad, la amistad, el apoyo de los míos y el trabajo constante, asfixiante, el picar piedra siempre y no venirse abajo aunque te digan que no o te pasen cosas horrorosas… hace que tengas posibilidades de éxito. Hace que una peli “que no debería existir” exista y que el escritor de terror más importante de la historia recomiende a todo el mundo una película española low cost rodada en 10 días en casa de una amiga”.