Según un célebre estudio de la consultora IbisWorld basándose en el intervalo de años 2007-2011, la nominación de un largometraje al Oscar de Mejor Película puede incrementar su taquilla hasta un espectacular 53,9%, situándose la media durante aquellos años en un 22%. Si resulta vencedora, el efecto es relativamente más modesto, con un promedio del 15,3%. Es el conocido como ‘Oscar Halo’, que tiene su réplica a nivel local en el ‘efecto Goya’. Por Álvaro Gómez Illarramendi
El año pasado, sin ir más lejos, las siete películas nominadas al Oscar de Mejor Película que permanecían en taquilla durante la ‘carrera a los Oscar’ (el periodo entre nominaciones y premios) experimentaron un crecimiento de 11% en su recaudación en Estados Unidos durante esas semanas, con el caso excepcional de Ellas hablan y su 344% de incremento.
Por tanto, si bien la existencia y rentabilidad potencial de este fenómeno es incuestionable, resulta pertinente plantearse el alcance real de su vigencia en una década marcada por nuevos modelos de consumo y distribución.
¿Insuflan las nominaciones una segunda vida en salas?
A la hora de analizar las claves de los resultados de taquilla de 2023 en España, hacíamos referencia a los buenos datos obtenidos por numerosas propuestas de cariz más cinéfilo o de “nicho”, apoyadas en su excelente recepción por la crítica o en las condecoraciones recibidas en diversos festivales.
En muchos casos, estas cintas son las mismas que acaban cosechando un buen número de candidaturas en los galardones concedidos por las Academias de cine o asociaciones de profesionales del sector, extendiendo de este modo su carrera comercial más allá del periodo habitual.
A modo de ejemplo, la francesa Anatomía de una caída, estrenada en España a principios de diciembre, ha logrado mantener pantallas e igualar en enero los datos de sus primeras semanas gracias, en buena parte, a sus recién adquiridos ‘galones’ académicos.
¿Son las nominaciones un buen criterio para elegir fecha de estreno en salas?
En otros casos, las distribuidoras esperan a dicho anuncio para estrenar sus propuestas más ‘oscarizables’, con la clara intención de apoyarse en el prestigio, publicidad y cobertura mediática a coste cero que ello acarrea.
Esta temporada tenemos el ejemplo triunfal de Pobres criaturas, que, estrenada tan solo 3 días después del anuncio de sus 11 nominaciones, fue número 1 en su primer fin de semana en España y tiene opciones de alcanzar los 5 millones de euros solo en este mercado. En Estados Unidos, a raíz de sus nominaciones, pasó de 1.400 a 2.200 pantallas en exhibición. Son cifras indudablemente meritorias para una película que, pese a sus hechuras de gran producción y la popularidad de su estrella principal, posee un fuerte sello autoral y un planteamiento no excéntrico.
Esta tradicional estrategia comercial puede tener, no obstante, importantes contraindicaciones si, como es también habitual en estas fechas, el mercado se satura de títulos con un mismo perfil y target, hasta el punto de que podemos hablar de una verdadera ‘temporada Oscar’ en la taquilla de los meses de enero y febrero.
El problema reside, por un lado, en el riesgo de ‘canibalización’ entre estrenos que comparten público potencial: cabe preguntarse, por ejemplo, si las respetables cifras de taquilla en España de La zona de interés no hubieran podido ser aún mayores si no hubiera competido por las salas y la atención del público contra la cinta de Lanthimos o los otros estrenos ‘de autor’ de fin de año, como los reseñables éxitos a pequeña escala de los regresos de Wim Wenders (Perfect Days) y Aki Kaurismäki (Fallen Leaves), que no necesitaron de la nominación (o no, en el caso del finés) al Oscar de Película Internacional para cosechar buenas cifras.
Otro caso peculiar es el de Alexander Payne y su Los que se quedan: su estreno, previsto inicialmente para finales de enero (a rebufo, por tanto, de las nominaciones a los Oscar), se adelantó (con notables resultados) al fin de semana de Reyes, a fin de aprovechar, imaginamos, su temática navideña. ¿Por qué no, entonces, estrenarla en Navidad y sacar partido de la intensa asistencia a salas que se produce durante las dos semanas de festivos y vacaciones escolares? La intención del estreno en Reyes era, previsiblemente, garantizar su mantenimiento en cines durante la temporada Oscar, y, en efecto, así ha sido, con descensos suaves de recaudación y presencia aún, a mediados de febrero, en un buen número de cines españoles. Sin embargo, resulta llamativo que, de cara a la selección de la fecha de estreno, el ‘criterio Oscar’ se imponga a otros quizá más lógicos y, además, compatibles con el primero.
La situación puede ser peor si la película no está finalmente a la altura de las expectativas, en lo que a nominaciones a los Oscar se refiere, y su fecha de estreno pierde, por tanto, su razón de ser principal, exponiéndose además a los riesgos de saturación ya comentados. En algunas ocasiones, este tipo de películas suelen retrasar su estreno a marzo, en una especie de temporada bis para las películas con aureola de prestigio que han quedado rezagadas de los premios principales.
Otras veces quedan en tierra de nadie. El Color Púrpura, la adaptación al cine de la versión musical del clásico de Spielberg (nunca representada en nuestro país), no logró despuntar en la taquilla estadounidense pese a un prometedor estreno, y solo logró arañar una nominación al Oscar para su actriz de reparto Danielle Brooks. En España no ha logrado despertar interés: estrenada el 9 de febrero 228 salas, su media por cine el primer fin de semana apenas ha superado los 340 euros. ¿Hubiera sido mejor barajar otra fecha de estreno? Nunca lo sabremos, pero lo que está claro es que la solicitaría nominación al Oscar no ha sido incentivo suficiente.
Los reestrenos tras las nominaciones: ¿aún tienen sentido?
En todo caso, la película con más nominaciones a los Oscar de este año (Oppenheimer, la gran favorita) y el otro acontecimiento cinematográfico del año (Barbie), también nominada a varias estatuillas, se estrenaron al mismo tiempo en julio, y están ya disponibles en plataformas online. Lo mismo ocurrió el año pasado con la gran vencedora, Todo a la vez en todas partes, cuyo estreno había sido en junio.
También es un fenómeno recurrente en los Goya, dado que los estrenos suelen producirse en otoño para cumplir con los requisitos de calendario de los premios. En estos casos, la lluvia de nominaciones suele proporcionar una segunda vida en salas a estas películas, convenientemente reestrenadas. Oppenheimer, por ejemplo, volvió al Top 25 con su reestreno en más de 70 salas el 26 de enero. 20.000 especies de abejas, que no se hizo con los principales Goya, pero sí destacó como alternativa a La sociedad de la nieve, regresó también a más de 70 cines y experimentó un crecimiento del 751% el fin de semana de la gala.
¿Tienen sentido, por tanto, estos reestrenos, cuando esos títulos ya están disponibles en streaming? Todo dependerá, como siempre, de las características de la película y de un dimensionamiento correcto de su lanzamiento. El ‘halo’ de los premios siempre ha beneficiado proporcionalmente más a las producciones pequeñas cuya promoción depende en gran medida de esta clase de reconocimientos.
El público al que van dirigidos tiene un perfil más cinéfilo y de edad más adulta, lo que favorece unas buenas expectativas para su exhibición en salas cuidadosamente seleccionadas y una convivencia virtuosa con su presencia en las plataformas VOD.
Conclusiones: hay vida comercial más allá de los salas…y de los premios
Se trata, en definitiva, de aplicar al ‘efecto premios’ la reflexión más general sobre la vida comercial de un largometraje hoy en día: no conviene entender la distribución en salas y plataformas como compartimentos excluyentes y rígidamente sucesivos, sino cono alternativas con diferentes rasgos y matices que se suelen alimentar mutuamente y permiten llegar a más públicos. El estreno en salas refuerza la marca de la película de cara a su estreno y la difusión en plataformas aumenta su notoriedad.
Por ello, el ‘halo’ de los premios puede beneficiar a una película mucho más allá de su primer estreno en salas, y, al mismo tiempo, un estreno en cines puede ser exitoso pese a no tener aún el sello de las nominaciones a los premios.
Este sello es, última instancia, un indicador de calidad, como también hay muchos otros que pueden atraer el público (crítica, festivales, boca-oreja), por lo que la selección de una fecha de estreno en cines debe tener en cuenta factores múltiples y diversos.
Otra cosa es que nos quedemos, tristemente, sin exhibición en salas, como ha ocurrido con Saltburn y recientemente con American Fiction, ambas directamente estrenadas en Amazon Prime Video. Un aciago precedente que, por fortuna, aún es residual en la industria.