Con un total de 13, La Infiltrada es la segunda cinta con más nominaciones en esta edición 2025 de los Premios Goya. y además supone la primera candidatura a Mejor Película para María Luisa Gutiérrez, una de las figuras más destacadas de la producción en nuestro país. Charlamos con ella. Por Miguel Varela.

Con un total de 13, La Infiltrada es una de las películas con más nominaciones en esta edición 2025 de los Premios Goya. Carolina Yuste se pone en la piel de Arantxa, una joven policía que con tan sólo 20 años se infiltró en la banda terrorista ETA, en un auténtico tour de force que da lugar a uno de los trabajos interpretativos más poderosos del año.
La cinta nace de una idea original de María Luisa Gutiérrez (Bowfinger), quien produce junto a Mercedes Gamero (Beta Fiction). La protagonista de esta entrevista es una de las productoras más destacadas de la industria española, con multitud de éxitos de taquilla a sus espaldas pero, según explica a Rubik, conseguir sacar adelante una película que consiga conquistar a crítica y público del modo que lo está consiguiendo La Infiltrada, “es una cosa que pasa una vez en la vida”.
Repasamos, de mano de la productora, cómo ha sido este viaje en forma de película hacia el País Vasco de los 90, epicentro de uno de los momentos más delicados en la historia reciente de nuestro país como fue la lucha contra el terrorismo.
Rubik: Comencemos por la génesis de un proyecto que nace de una motivación personal por tu parte. ¿Cómo llega a ti la inspiración para poner en marcha La Infiltrada?
María Luisa Gutiérrez: Así es. Yo tengo un amigo que trabaja en la Policía y nos juntábamos habitualmente. Él cuenta al grupo esta historia y lo hace con una pasión y una admiración tremenda hacia su compañera, la policía que protagoniza esta historia. Yo, en cuanto oí la historia se me viene a la mente que quiero hacer esa película.
El siguiente paso fue ponerme a investigar. Porque hay premisas muy buenas que luego no tienen mayor desarrollo y todo lo que me encuentro me hace pensar que así es, que estoy ante una historia única: la primera mujer Policía Nacional infiltrada en ETA. Una chica de sólo 20 años que estuvo dentro durante 8, en los 90… todo iba sonando muy interesante.
Entonces empecé a contactar con un periodista que había trabajado en Interior aquella época, que me pone en contacto con las personas reales que formaron parte de aquel operativo, también con la protagonista.
La fase de documentación y de las entrevistas realmente fue la más larga. Ahí resolvimos una de las primeras dudas que era si concentrar la película -como hicimos al final- en lo que es el proceso de infiltración en la banda y dejar a un lado los ocho años que ella tardó en conseguirlo, lo cual resolvimos finalmente en diez minutos de metraje.
Rubik: ¿Tenías en mente desde un primer momento a Arantxa Etxevarría como directora?
María Luisa Gutiérrez: Yo tenía claro que tenía que ser alguien vasco, que conociera bien el contexto histórico, porque había adquirido un compromiso con las personas que me habían acercado la historia de que la película fuera lo más pegada a la realidad. Teníamos claro que la dirección tenía que correr a cargo de alguien que viviera allí en la época. También queríamos que fuera una mujer, porque entendíamos que podía enriquecer el punto de vista de la protagonista, entenderla mejor. Siguiendo esas directrices, Jaime Ortiz de Atresmedia nos pone encima de la mesa el nombre de Arantxa a Mercedes Gamero y a mi… y nos dimos cuenta de que tenía que ser ella.
Es cierto que no había trabajado el thriller pero tiene una forma de trabajar a los personajes muy íntima, que nos encajó perfectamente con el tono que buscábamos. Ella recibió con mucho entusiasmo el encargo, le apetecía contar esta historia y tras las primeras conversaciones tuvimos claro que habíamos acertado con la elección.

Rubik: ¿Hubo conversaciones con la protagonista real de la historia, para poder desarrollar con fidelidad todos sus matices?
M. L. G: El personaje de ella está construido desde los testimonios de sus compañeros y no desde el suyo. Sí que ha tenido acceso al guion, pero no ha querido formar parte del desarrollo. Pero no ha querido tener protagonismo ni ser reconocida, igual que en su momento tampoco busco nunca una medalla.
A mi lo que más me interesaba era entender por qué una joven de 20 años renuncia a su vida, accede a meterse en toda esta historia y a cambio de qué. Porque como le explica el personaje interpretado por Luis Tosar, puede terminar muerta o en la cárcel, porque era una operación alegal.
La respuesta la tuvimos en todas esas conversaciones con sus compañeros, pero también en el día a día de los médicos, los policías o los bomberos con los que hablamos. Simplemente, lo hacen por el bien común. Para entender esto fue fundamental el testimonio de las personas con las que compartió el operativo y de ‘El Inhumano’ interpretado por Tosar, con quien sí tuvimos muchas reuniones, ya que él era el único con el que ella podía tener contacto.
También incorporamos los matices que nos contaron otros infiltrados con los que hablamos. Por ejemplo, cuando nos explicaban que cuando convives 24 horas como infiltrado con miembros de la banda, no tienes un lugar para irte a llorar si te da un bajón salvo a la ducha, lo que dio lugar a una escena de la película.
Rubik: Continuando con la fase de preproducción, conseguisteis ‘levantar’ un presupuesto de 5 millones. Algo que no es nada fácil en España.
M. L. G.: Por suerte, desde una fase muy temprana estuvo claro el apoyo de Movistar+ y Atresmedia, algo que ayudó a ir encauzando la financiación. También la participación de Mercedes Gamero y Pablo Nogueroles. Ella estaba en el inicio del proyecto en Atresmedia Cine y él en otra compañía de distribución, pero cuando en 2022 fundaron Beta Fiction, entraron decididamente como productores y distribuidores. Las líneas a seguir empezaron a estar muy claras, pero con eso no levantábamos todavía cinco millones.
Tuvimos la suerte de enseñarle el proyecto a ETB, que quiso entrar. Eso para nosotros fue una seña de identidad y calidad, que a la vez implicaba un elemento de riesgo. La película le tenía que gustar al pueblo vasco, no queríamos en ningún caso hacer una película descontextualizada. El punto de vista es el de la policía infiltrada, pero el punto de vista tenía que ser certero.
Por último, conseguimos también la ayuda pública. También hay una casualidad que nos favoreció. Alguna gente piensa que cuando empezamos a rodar en el País Vasco las deducciones fiscales iban a ser lo que han sido después, pero no fue así, nos lo encontramos. En definitiva, conseguimos levantar cinco millones que eran todo un riesgo, porque te mentiría si te dijera que todas las partes involucradas nos imaginábamos hacer después 8 millones en taquilla.

Rubik: También quiero preguntarte por las elecciones de casting de Carolina Yuste y Luis Tosar, que ofrecen un auténtico tour de force actoral
M. L. G: A Carolina la propone directamente Arantxa en nuestras primeras conversaciones que tuvimos Mercedes Gamero con ella. Y la verdad que nos encajó de primeras: cumplía con el perfil, es una actriz como la copa de un pino que puede hacer literalmente lo que se proponga e incluso, físicamente y por edad, nos cuadraba con el personaje que tenía que interpretar. Todavía no teníamos un guion para rodar y ella ya estaba confirmada para el proyecto.
Y en cuanto a Luis Tosar, cuando el guion y su personaje estuvieron escritos, fue la primera persona en la que pensamos. Necesitábamos un muy buen actor, atractivo para el público. Teníamos el miedo de que nos dijera que no porque no es el protagonista de la película, pero en cuanto analizó el guion y la posibilidad de trabajar en esto junto a Carolina, nos confirmó su participación.
Rubik: ¿Cuándo uno rueda una película como esta, que retrata un momento muy complejo de la historia reciente de nuestro país, lo hace con un sentimiento de responsabilidad muy grande? Tal vez, ¿con la mirada sobre el freno de mano en determinados momentos?
M. L. G.: Por supuesto, la responsabilidad es muy grande, hemos querido tirar siempre que hemos podido de la opinión y la experiencia de gente de allí, del País Vasco, profesionales que conocen el mundo del cine y han vivido la época. Y también de gente que no pertenece al mundillo, pero que sí nos decían con sinceridad “no mira, esto no me lo trago” o “esto no ocurriría nunca” y lo ajustábamos. Siempre con la responsabilidad de no querer ser más listo que nadie y cuestionando todo.
Estamos hablando de una lucha armada contra un grupo terrorista, lo mínimo como profesional es tener esa pretensión de contar todo lo más fielmente posible… y creo que ese ejercicio de responsabilidad se ve plasmado en la película.
Rubik: Resulta muy notable vuestro trabajo de recreación del País Vasco en los años 90. ¿Supone un reto extra recrear una época que todos tenemos en mente… pero desde la que ha cambiado todo tanto?
M.L.G.: Ese es un tema interesante porque si yo hago una película de los años 20 del siglo pasado, la gente no me va a medir el grado exacto de veracidad de lo que ve en pantalla porque ninguno estábamos allí. Pero la mayoría de nosotros sí que recordamos o, en el caso de los más jóvenes, hemos visto muchísimas imágenes de los 90. Entonces sí que tienes que poner mucho cuidado para que no venga alguien y te diga “oye, que esas zapatillas que lleva este personaje no son de los 90, son de los 2.000”.
Te surgen muchísimas dudas en cuanto a los logos de las marcas o el año de llegada de ciertas franquicias. Las zonas de bares, el casco viejo de Donosti, las tiendas… todo ha cambiado muchísimo y cada intervención es cara. Y eso también afecta al guion. Por ejemplo, la escena de las fotocopias, ha habido gente que se ha sorprendido porque en los 90 la protagonista no pueda sacar su móvil y hacer fotos con la cámara (risas).
Rubik: A lo largo del metraje hay varios momentos ‘hitchcockianos’ como el de la carpeta, los documentos y la fotocopiadora. ¿Son reales? Porque son absolutamente canónicos en cuanto a construcción de tensión.
María Luisa Gutiérrez: El 90% de las escenas de tensión que vive la protagonista de La Infiltrada fueron situaciones reales. El momento en el que casi descubren a los policías metiendo los micrófonos dentro del piso, que genera mucha inquietud, también. Y el de la carpeta, ocurrió como lo contamos. Sergio Polo nunca se deshacía de ella, salvo un momento, que se fue a tomar unos potes y ella consigue la carpeta para hacer las fotocopias, una a una como se hacía en la época, y después de la tienen que volver a traer.
Es verdad que hay elementos ficcionados, como siempre, para elevar esa tensión, pero siempre con esa base de realidad. Por ejemplo, en la escena en la que Txapote pega el tiro a Gregorio Ordóñez, sí se cruzó con una persona al salir del bar y se quedaron mirando a los ojos, pero no fue con nuestra protagonista. Aún así, Amelia y Arantxa consiguieron hablar con esa persona para contextualizar la escena.

Rubik: La cinta ofrece un relevante retrato feminista de una época en la que apenas se hablaba de feminismo. Pero ahí estaba, presente en segmentos de la sociedad tan destacados como la lucha contra el terrorismo.
María Luisa Gutiérrez: Nosotras pretendíamos hacer una película feminista, también desde la crítica social de aquella época, en la que el machismo estaba totalmente normalizado en la sociedad, no sólo en la Policía. También en la banda terrorista, en todos los lugares que va transitando la protagonista… el hecho de que esta infiltrada contra la lucha armada es especialmente simbólico.
Es algo que se puede ver desde las primeras escenas de la película. Cuando el personaje de Pedro Casablanc dice “cómo vas a meter niñas en esto” y el de Tosar le responde: “¿Tú crees que en la banda van a sospechar de una mujer?”. Para la banda terrorista las mujeres eran tan invisibles como lo eran para esos policías.
Contar la historia de la protagonista de la película es un alegato feminista que hemos querido secundar desde la producción en sí. No sólo estamos Mercedes y yo como productoras, están Amelia y Arantxa como guionistas, Vicky Lammers como montadora, Mayte Cabrera como editora de sonido y muchas otras. Muchas mujeres trabajando en puestos principales que habitualmente han estado ocupados por hombres.
Rubik: Antes mencionaste el tema de los resultados de taquilla. Más de 8 millones de recaudación en salas. Que pocos títulos consiguen aunar el reconocimiento de crítica, académicos, público en salas… ¿cuál es la fórmula mágica?
M. L. G.: Ojalá saberlo, de hecho, es algo que no nos esperábamos. Teníamos claro que estábamos haciendo una película comercial, que era muy difícil que gustara a la vez a los académicos, a la prensa, a los espectadores en los cines… y de repente empezamos a tener nominaciones -y premios- en los Forqué, en los Carmen, el Festival de Cine por Mujeres, en los Goya…
Para mí, como productora, estoy experimentando un terreno desconocido. He tenido la fortuna de hacer muchas películas taquilleras, pero no así de que fueran premiadas. Aquí ya desde el primer fin de semana en salas vemos que las críticas nos ponían súper bien, colas en las salas de cine para ver la película, que salvo alguna excepción también estaba gustando en la prensa… no sé si esto es algo que pasa una vez en la vida. Pero lo estamos disfrutando a tope.
Rubik: A nivel personal, ¿qué sensaciones te deja como productora el proyecto terminado? ¿Sensación de misión cumplida?
M. L. G.: Aunque suene sencillo, yo quería que la película gustara. Es decir, que satisficiera las expectativas de toda esa gente que me confió la historia para contarla. No conseguir eso me daba miedo. Las primeras personas que la vieron fueron los familiares de Gregorio Ordóñez y asociaciones de víctimas del terrorismo, por razones obvias, y les dimos la oportunidad de cambiar algo, si estábamos generando alguna molestia.
Pero también se la enseñamos a los personajes reales que inspiraron a los personajes de la historia. Y cuando todos ellos vieron la película, les gustó. Eso para los productores fue como “bueno, hemos superado la primera valla”. Habíamos conseguido que la película reflejara lo que habíamos dicho que íbamos a hacer.
El siguiente paso importante fue enseñárselo a ETB. Porque a ellos le había gustado el guion, pero luego tienen que comprarte la película. De un mal guion no se puede hacer una buena película, pero un buen guion sí que puede terminar convertido en una mala película. Pero a ellos también les gustó mucho la película y nos dieron su aprobación.
Y al final, te queda esa sensación de que hemos hecho algo bien. Porque es una historia muy dura para aquellos que la vivieron en primera persona. Para muchas personas, lo que contamos, ha marcado su vida y han aceptado la película como válida para no olvidar, para la reflexión y el debate.
Rubik: La infiltrada todavía tiene un recorrido largo por delante. Pero a corto plazo, tenéis en el calendario los Premios Goya… con 13 nominaciones. ¿Cómo afrontáis la edición?
María Luisa Gutiérrez: Pues con muchísima precaución. Es la primera nominación de mi vida, tras 25 años trabajando y producir una película que ha logrado 13 supone un orgullo tremendo. Todas las películas nominadas son buenísimas, con mucha identidad. Es muy difícil compararlas y juzgar cuál es mejor. Los académicos lo van a tener muy complicado. Aprovecho la ocasión para darle la enhorabuena al resto de nominados por su trabajo y desearles mucha suerte.