Radu Jude con el cartel de Cinema Jove 2025 (imagen cortesía del festival)

Radu Jude: “Tiendo a ver la parte ridícula de la vida y creo que es necesario que exista”

junio 27, 2025
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El cineasta rumano Radu Jude visita la 40ª edición del Festival Cinema Jove para recoger el Premio Luna de Valencia, un galardón que reconoce la afinidad de su trayectoria cinematográfica con el joven espíritu del certamen. Por Belit Lago

Radu Jude recogiendo el Premio Luna de Valencia 2025 (imagen cortesía de Cinema Jove)

Tras presentar Kontinental 25’ en el Festival Internacional de Cine de Transilvania y en las salas de su Rumanía natal, Jude aterriza en una edición extraña para Cinema Jove, que ha celebrado la ceremonia de entrega un miércoles y no durante el primer fin de semana, como es de costumbre.

El último trabajo del director de Aferim! (2015), que se llevó el Oso de Plata al Mejor Guion en la Berlinale, fue rodado en tan solo diez días con un iPhone, y es que el bucarestino no cesa en su experimentación con las formas contemporáneas, buscando inspiración a través de las nuevas tecnologías.

Rubik: Felicidades por el premio. ¿Crees que tienes algo en común con Sean Baker, Miguel Gomes o Mia Hansen-Løve, también galardonados con el mismo reconocimiento?

Radu Jude: Los admiro mucho y realmente me encantaría, pero creo que soy bastante peor cineasta que cualquiera de ellos. Conozco a Miguel Gomes y, de alguna manera, es un gran honor estar en su misma categoría.

Rubik: Muchos descubrimos el cine de tu país con la llegada del siglo XXI y la llamada Nueva Ola del Cine Rumano, con autores como Cristi Puiu, con quien trabajaste en La muerte del Sr. Lazarescu (2005), o Cristian Mungiu. ¿Crees que perteneces a esta corriente?

R.J.: Sí y no. Me cuesta mucho definirme. Es cierto que en 1990 no existía cine rumano emergente, y que en los 2000, cuando la situación económica del país mejoró, muchos jóvenes pudieron, por fin, dedicarse al cine. Para entonces, yo trabajaba de asistente de dirección en películas extranjeras y rumanas, y también hacía anuncios y televisión. Aprendí mucho estando alrededor de toda esa gente y, sobre todo, de su entusiasmo, aunque ya hace mucho de eso.

Rubik: ¿Qué te diferencia del resto de tus coetáneos?

R.J.: Primero, que no creo que sea tan bueno como ellos. Realmente, los considero mucho mejores en lo que hacen. Lo que me hace estar en la oposición es que su cine es más metafísico y psicológico. Ellos hablan de la muerte, la vejez o el amor, mientras que yo prefiero abordar temas históricos o políticos.

Hacer cine político en Rumanía hoy en día no está bien considerado por parte de la industria, porque en la época de la dictadura comunista, te obligaban a hacer cine propagandístico; por tanto, lo realmente político era huir de ese tipo de cine. Cuando empecé a trabajar sobre temas históricos o sociales, la gente decía que no tenía talento, con lo que estoy plenamente de acuerdo, pero creo que deben existir todo tipo de películas.

‘No esperes demasiado del fin del mundo’ (Radu Jude, 2023)

Rubik: ¿Crees que la época dorada del cine rumano ya ha pasado?

R.J.: Ahora mismo hay muchos cineastas estupendos en Rumanía, gente joven con proyectos interesantes, pero desconozco cómo van a evolucionar. Lo que sí hay es mucha diversidad: tienes cine comercial que antes no existía y comedias con influencers que atraen a millones de espectadores a las salas conviviendo con talentos de la Nueva Ola.

Rubik: Es inevitable que el cine avance.

R.J.: De alguna manera todo cambia: aparecen nuevas realidades y el cine debe adaptarse, aunque no estoy seguro de que el cine rumano lo esté consiguiendo.

Hay quien hace películas como se hacían hace 20 años, con la misma calidad o incluso mejor, pero con la crisis económica, política y militar en la que vivimos en la actualidad, es importante adaptarse a esta nueva era en que las redes sociales ofrecen infinidad de imágenes. Hay móviles grabando todo el tiempo, plataformas como TikTok o Instagram que constantemente están creando cine.

Radu Jude en una charla durante Cinema Jove 2025 (imagen cortesía del festival)

Rubik: ¿Utilizas estas plataformas en tu día a día?

R.J.: Cuando abro mi cuenta de TikTok siempre hay algo, encuentras gente que no aparece en las películas, situaciones vulgares que no existen en la gran pantalla. De repente, si quiero ver algo sobre mi país, lo encuentro en estas plataformas [pasamos unos minutos observando su cuenta de TikTok].

No digo que sea un contenido espectacular, pero es el presente. Es horrible, pero está ahí para ti, como una especie de documental que me sirve de inspiración.

Rubik: En tu cine utilizas diferentes formatos y diversos lenguajes cinematográficos. ¿Qué viene antes, la forma o el contenido?

R.J.: En algunos proyectos, primero me viene la idea o el tema, o algo que quiero explorar e intento buscar la forma, o al menos intuir cómo quiero que sea, y entonces ya puedo empezar a trabajar. Aunque de alguna manera ambos aparecen a la vez.

‘Aferim!’ (Radu Jude, 2015)

Rubik: En tu próximo film, un largometraje de casi tres horas sobre el personaje de Drácula, ¿veremos también una mezcla de formatos?

R.J.: Con menos fuerza que en proyectos anteriores pero sí, hay muchas imágenes creadas con IA, por ejemplo. Se trata de una película que cuenta trece historias, una especie de oda al cine del mal gusto, en concreto a Ed Wood, pero también al placer de la experimentación narrativa.

Rubik: De hecho, tiendes a usar mucha fragmentación en tu cine. ¿Qué buscas con esta estrategia?

R.J.: Aunque el objetivo no es siempre el mismo, sí que subyace un deseo de no cerrar la interpretación del film a una única posibilidad. Adorno ya habló de la fragmentación a propósito del ensayo, o el romanticismo alemán, con Friedrich Schlegel escribiendo únicamente de forma fragmentaria a propósito.

Para mí se ha convertido en una forma más libre de pensamiento. Si trabajas de forma sistémica tienes que dejar muchas cosas fuera que no encajan. En cambio, la fragmentación te permite incluir escenas que igual se salen de la continuidad, pero que personalmente me gusta tener en cuenta.

Radu Jude con el cartel de Cinema Jove 2025 (imagen cortesía del festival)

Rubik: Por tanto, es una manera de permitir al público diversas vías de interpretación.

R.J.: Completamente. La audiencia debe esforzarse para conectar elementos y pensar en otras posibilidades, aunque también le doy mucha importancia a que el proceso de descodificación sea placentero.

Rubik: Hablando de placer, aproveché mi viaje en tren hasta Valencia para ver Un polvo desafortunado o porno loco (2021), y me sentí bastante incómoda viendo las escenas de sexo en un vagón lleno de gente. Sin embargo, no me ocurrió lo mismo con las imágenes de violencia. ¿Crees que llegaremos al punto en que superemos esto?

R.J.: Sin duda, sería un momento más sano de la historia. Es interesante porque cuando rodé la escena de sexo inicial busqué inspiración en el porno rumano, y me di cuenta de que en las páginas web, incluso en las secciones amateurs, hay cosas muy extremas.

Mi idea era hacer algo muy banal y me sorprendió la reacción de la gente. No entendí por qué les parecía una escena tan chocante. Si vas a Pornhub, verás cosas diez veces más insólitas. Entonces vi que lo realmente subversivo era usar una escena sexual en una película no pornográfica, porque no pertenece a este tipo de género, está desubicada y la gente no se lo espera. Y este es el motivo por el que creo que está bien que esté ahí, para que el espectador se dé cuenta de que un film puede contener materiales y recursos de distinta naturaleza.

‘Un polvo desafortunado o porno loco’ (Radu Jude, 2021)

Rubik: ¿Qué dijeron los actores que la interpretaron?

R.J.: El actor porno que actúa en esa escena me preguntaba qué quería, y él mismo me propuso distintas opciones, pero yo quería hacer algo muy normativo, nada que fuera extravagante. De hecho, acabó decepcionado, porque él tenía en mente algo diferente.

Rubik: Tu cine mezcla de forma orgánica temas serios, como la crítica política con el humor. ¿Cómo encuentras el equilibrio entre lo solemne y lo cómico?

R.J.: Ese balance no es para nada calculado, simplemente ocurre. El filósofo Henri Bergson, que escribió sobre la risa, decía que lo divertido siempre procede de lo humano. Si nos reímos de una montaña, a lo mejor nos hace gracia porque nos recuerda a algo relacionado con nosotros, a una cara o un pene, no lo sé, y eso la hace divertida. Creo que lo que decía Antón Chéjov sobre que todo tiene su lado cómico es cierto.

Personalmente, tiendo a ver la parte ridícula de la vida y creo que es necesario que exista. Esa es la lección de Luis Buñuel: en su cine, cada escena tiene un gesto que puede leerse desde la perspectiva cómica.

‘Kontinental ’25’ (Radu Jude, 2025)

Rubik: ¿De qué depende que algo sea o no divertido?

R.J.: El humor, que está conectado con la cultura, la edad, la clase o la educación, es algo muy frágil. Todo tiene relación con cómo reaccionamos ante el humor, lo que a uno le hace gracia, a otro puede despertarle emociones opuestas. También hay un aspecto histórico que puede cambiar la concepción de lo cómico.

Recuerdo ver Siete ocasiones (1925) con mi hijo, donde Buster Keaton debe casarse inmediatamente si quiere recibir una herencia para salir de la bancarrota. En uno de los gags, cuando intenta encontrar cualquier mujer dispuesta a casarse con él por la calle, alcanza a una por la espalda que, al girarse, resulta ser negra. Horrorizado, el protagonista sale corriendo, mientras que el espectador de nuestro siglo se cuestiona el contenido racista. Lo que hace cien años funcionaba perfectamente para una audiencia incapaz de imaginar a un hombre blanco casándose con una mujer negra, hoy en día ha perdido toda su gracia.

Rubik: En España, No esperes demasiado del fin del mundo se estrenó directamente en Filmin después de pasar por Gijón y el D’A. ¿Crees que tu cine está más conectado con la audiencia de festivales que con el público general?

R.J.: Intento hacer cine para todo el mundo: gente de todo tipo, incluso para aquellos que rechazan mis películas de antemano. En la actualidad existen más cinéfilos que pueden estar interesados en mi cine, pero también hay gente que prefiere otras cosas. Esa es la condición de toda disciplina artística, incluso ocurre en el deporte.

Momento durante la entrega de la Luna de Valencia a Radu Jude (imagen cortesía de Cinema Jove)

Creo que hay una posibilidad en la educación, donde se deberían destinar más recursos y espacios a despertar el interés por más tipos de cine. Es como la metáfora de Jonas Mekas, quien dice que el cine es un árbol con muchas ramas que son géneros, y tener muchas ramas es síntoma de buena salud. El problema de hoy en día son aquellos que solo toleran una única rama y que piensan que el resto no deberían existir. Me gustaría que todos los géneros y las formas cinematográficas pudieran evolucionar, coexistir y ganar complejidad. Esa sería mi utopía [señala mi tatuaje de “utopia” en mi muñeca derecha y sonríe.]

Rubik: Como espectador, ¿qué tipo de cine te gusta?

R.J.: No soy muy purista pero, si puedo, prefiero ver películas en pantalla grande, aunque en Rumanía no hay muchas opciones que me interesen demasiado. Hace un par de años fui a ver Top Gun: Maverick (2022) con mi hijo, y seguro que hay gente que se aburre, pero algunas imágenes son muy llamativas, fue realmente una experiencia.

Creo que la esencia de la sala, algo muy básico, es la posibilidad de ver algo en tamaño gigante. Alguien graba un insecto y luego tú puedes verlo a lo grande, como si fuera una especie de dinosaurio. Para mí, el cine es una herramienta analítica a través de la que puedo mostrar el mundo desde un punto de vista concreto. Evidentemente, es mejor verlo en una sala de cine, pero la mayoría de películas que veo hoy en día las veo a través de mi portátil.